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Cuando Wenger rechazó al Bayern de Múnich
No hay ninguna duda de que la noticia más llamativa que nos ha dejado la última semana ha sido el anuncio por parte del Arsenal de que Arsene Wenger ya no entrenará al conjunto londinense la próxima temporada tras haber estado 28 al frente de lo ‘Gunners’. Sin embargo, la historia de amor del alsaciano con el club inglés podría haber sido bien distinta de haber aceptado alguno de los ofrecimientos que recibió por parte del Bayern de Múnich antes de acabar en el Reino Unido.
El primero de ellos se produjo en el verano de 1994. Franz Beckebauer, ya por aquel entonces máximo mandatario del conjunto bávaro, estaba convencido de que Wenger era el técnico ideal para dirigir al Bayern. El galo tenía muy buen cartel en Europa por el buen trabajo que estaba llevando a cabo en el Mónaco desde 1987. Es más, en la temporada 1993/1994 había llevado a los monegascos a alcanzar unas históricas semifinales de la Liga de Campeones.
A Wenger le gustó el proyecto que le presentó el Bayern. Por ello, estaba dispuesto a aceptar la oferta alemana. Sin embargo, había un problema: al entrenador galo todavía le restaba una temporada de contrato con el Mónaco. Wenger habló entonces con el presidente del club del Principado para que le dejara salir rumbo a la Bundesliga. Pese a ello, la respuesta por parte de la entidad fue clara: no podía salir, tenía que respetar su contrato.
Wenger, hombre leal al Mónaco por la confianza que le había dado este último desde 1987, prefirió no entrar en disputas con el club y aceptó resignado el tener que cumplir la temporada que le restaba de contrato, ya que antes de que apareciera el Bayern en escena tenía claro que esa campaña iba a ser la última que iba a estar al frente de los rojiblancos.
El técnico francés admitió esto último, tal y como recoge el libro ‘Arsene Wenger: The Inside Story of Arsenal Under Wenger’: “La primera vez que dije no al Bayern fue cuando estaba en el Mónaco. Me restaba un año de contrato en el Mónaco y no quería ampliarlo, por lo que fui a preguntar al presidente. Ellos me dijeron que no me iban a dejar ir, por lo que respeté mi contrato y dije no”.
Casualidades de la vida, el inicio de aquella temporada por parte del Mónaco no fue el mejor y, cuando los monegascos marchaban en noveno lugar, antes de las navidades, Wenger fue despedido. Sin embargo, esa mala experiencia en la campaña 94/95 no provocó que el Bayern de Múnich se olvidara de él. Más bien todo lo contrario, ya que los alemanes volvieron a ofrecerle ser su entrenador para la campaña 95/96.
“Antes de que se marchara a Japón, Franz Beckenbauer y yo fuimos a Niza a hablar con él (Wenger) y todo parecía muy claro. Pero al final del día él decidió ir mejor a Japón. Nos quedamos muy sorprendidos. De Japón se fue al Arsenal, pero siempre que buscamos un nuevo entrenador para el Bayern siempre teníamos a Wenger presente. Él es una persona seria, muy fuerte y tienen muy buena idea sobre el juego.
A lo largo de los años hemos vuelto a considerarle en algunas ocasiones. Él se ha mantenido muy leal al Arsenal, lo que demuestra un carácter fantástico. Pero sí, es verdad que nosotros le hemos querido para el Bayern en un par de ocasiones”, ha llegado a reconocer Uli Hoeness.
Quién sabe si Wenger hubiera dicho sí entonces al Bayern si el club que hubiera cambiado para siempre habría sido el alemán y no el Arsenal. Nunca lo sabremos.
Cuando el Udinese pudo fichar a Thierry Henry
Una de las últimas noticias que ha dejado el recién acabado 2014 ha sido el anuncio de Thierry Henry de colgar las botas. El galo ha sido uno de los mejores delanteros de los últimos 15 años y, por ello, se ha escrito de todo sobre su carrera durante estos días. Sin embargo, lo que pocos han comentado es que el francés estuvo muy cerca de fichar por el Udinese en 1999.
Henry jugaba desde enero desde ese mismo año en la Juventus de Turín, club al que había llegado procedente del Mónaco. Sin embargo, la andadura del ariete en el fútbol italiano no fue tan exitosa como era de esperar de un jugador que era campeón del mundo y estaba considerado como uno de los futbolistas más prometedores del momento.
Por ello, toda vez que la temporada 98/99 fue un auténtico fracaso para la ‘Vecchia Signora’, ya que acabaron en la séptima posición, lo que provocó que si querían jugar la UEFA debían de jugar la Copa Intertoto, hizo que en verano los bianconeri decidieran hacer varios ajustes en su plantilla.
Una de las posiciones que buscó reforzar la Juve fue la delantera. Por eso se fijaron en Marcio Amoroso, un ‘killer’ brasileño que había sido Pichichi de la Serie A con el Udinese tras marcar 22 goles. Para abaratar la operación, los turineses plantearon ceder a los de Friulli a Henry. Con el préstamo del galo, además, el club juventino quería asegurarse que Thierry se adaptara mejor a la Serie A en un equipo de menor exigencia.
Sin embargo, tal y como señala el libro ‘Thierry Henry: Lonely at the top: A Biography’, al internacional francés la opción de recalar en el Udinese no le gustó nada. Especialmente cuando entró en escena el Arsenal, en el que estaba Arsene Wenger, al que conocía de su época en el Mónaco, con una oferta para llevarse al delantero a Londres. Finalmente la Juve accedió a los deseos de Henry e hizo oficial el tres de agosto de 1999 el traspaso del galo rumbo a Highbury a cambio de 15 millones de euros.
Años más tarde, el propio Marcio Amoroso reconoció en una entrevista a ‘TuttoJuve.com’ la negociación entre Udinense y Juventus por el brasileño con Henry de por medio: «Sí, fue una posibilidad, pero cuando sucedió todo eso yo no sabía nada. Fue el mister Ancelotti (que en 1999 entrenaba a la Juventus) el que me lo dijo cuando estuvimos juntos en el Milan. Cuando me lo contó todo yo me caí literalmente de la nube porque ¡No tenía ni idea! Para mí habría sido un honor jugar también en la Juventus. Todos los jugadores sueñan con jugar en grandes equipos como Juve, Milan o Inter».
¿Habría acabado triunfando Henry en la Serie A, primero, y en la Juve, después, de haber aceptado la cesión al Udinese? Eso es algo que, lamentablemente, nunca sabremos. Aunque desde luego que nadie puede negarle a Thierry que ir al Arsenal fue una gran decisión.
Cuando el Sevilla tuvo fichado a Van Persie
Este jueves comienza, al fin, el Mundial de fútbol. Uno de los partidos más interesantes de la primera jornada será, sin duda, el que disputen España y Holanda el próximo viernes. Robin Van Persie es una de las estrellas del conjunto de Louis Van Gaal y estuvo muy cerca de jugar en el país que será su rival en la primera jornada del Mundial. Concretamente en el Sevilla.
Fue en el año 2004. Por aquel entonces Van Persie tenía 20 años y militaba en el Feyenoord. Su importante contribución a que el equipo holandés ganara en 2002 la Copa de la UEFA le convirtió en una de las promesas más firmes de Europa. Además, acababa contrato en el año 2005 y ya había dejado claro que no iba a renovar por el club de Roterdam, por lo que los rojiblancos estaban obligados a venderlo en 2004 si querían sacar algún beneficio por él.
Un hecho que provocó que muchos equipos le tuvieran en su agenda en un sitio privilegiado. Sin embargo, Monchi, director deportivo del Sevilla y rápido como pocos para detectar el talento emergente a buen precio, fue de los primeros que contactó con Van Persie y su agente para hacerle llegar que lo mejor para su futuro es que jugara en el Sánchez Pizjuán.
A favor de los hispalenses estaba que el propio jugador ya había declarado sus simpatías para jugar en la Liga. «Es la mejor para desarrollar mis cualidades», confesó en una entrevista. Por ello, tras una reunión en Amsterdam logró cerrar un acuerdo verbal para que Van Persie fichara por el Sevilla. Monchi quedó entonces a expensas de que el agente del jugador le llamara para formalizar en un contrato todo lo hablado y firmar el acuerdo.
Sin embargo, pasaron los días y la llamada de Van Persie y su agente no le llegó a Monchi. Consciente de que lo más probable es que ésto se debiera a que un club grande de Europa se había interpuesto en el camino con una oferta irrechazable, el Sevilla emitió un comunicado anunciando que rompía las negociaciones. Ya se sabe, es mejor decir que tú has rechazado a un jugador que viceversa.
«El Sevilla F.C. ha decidido romper las negociaciones llevadas a cabo con el Feyenoord holandés y con los representantes de Robin Van Persie, extremo zurdo cuya ficha pertenece al club de Rotterdam, en vista de que las gestiones llevadas a cabo por el club no han dado el fruto apetecido. El director deportivo del Sevilla, Ramón Rodríguez, Monchi, desplazado a Holanda para sumarse a los representantes del Sevilla que iniciaron los contactos, mantuvo conversaciones tanto con los agentes del jugador como con representantes del Feyenoord sin que haya sido posible alcanzar un acuerdo satisfactorio para los intereses sevillistas. Así las cosas, el Sevilla FC, que no desea ser usado como gancho en posteriores negociaciones del Feyenoord con otros clubes interesados en el jugador, ha decidido retirar su oferta por Van Persie», rezaba el comunicado de los hispalenses.
El Sevilla no se equivocaba. Efectivamente, había otro club que se interpuso en las negociaciones: el Arsenal. Además de ofrecerle una mejor oferta económica, los gunners también le daban la posibilidad a Van Persie de jugar en un equipo que aquella temporada acabó la campaña invicto como campeón de la Premier League. Por si ésto no fuera poco, el Arsenal era uno de los equipos favoritos en la infancia de Van Persie, por lo que el holandés puso rumbo a Londres y no a Sevilla.
Curiosamente, allí podía haber coincidido con Sergio Ramos, que entonces militaba en el Sevilla y que, probablemente, será el futbolista que le marque en el España – Holanda con el que dará inicio el Mundial.
Cuando Guardiola pudo fichar por el Arsenal
Hace semanas recordamos en este blog que Pep Guardiola estuvo muy cerca de fichar por la Juventus en el verano de 2001. Otro de los equipos que estuvo muy interesado aquel año en contratar al catalán aquel año, según narra Guillem Balague en su libro «Pep Guardiola, otra forma de ganar», fue el Arsenal. Por ello, con motivo del Arsenal – Bayern que se va a disputar esta semana vamos a recordar la historia de Pep con el club inglés.
Meses antes de que finalizara la temporada 2000/2001, Guardiola lanzó la bomba de que no iba a renovar por el Barcelona. Fue entonces cuando el teléfono de Josep María Orobitg, representante de Pep, empezó a echar humo con las llamadas de los más importantes equipos de Europa interesándose por la situación del centrocampista.
De todos los ofrecimientos que recibió, el que más le gustó a Guardiola fue el que le hizo la Juve, ya que deseaba jugar en el mismo club en el que había militado su ídolo de infancia: Michel Platini. Por ello, Orobitg acordó una reunión con el club italiano para negociar y llegó a un acuerdo con la ‘Vecchia Signora’ para que Pep vistiera la camiseta bianconera a partir de la temporada 2001/2002.
Sin embargo, la Juve no logró ganar el Scudetto en 2001 y los dirigentes del club turinés decidieron despedir al entonces técnico del equipo: Carlo Ancelotti, que había sido a su vez el que había dado luz verde al fichaje de Guardiola. Es por ésto que Marcello Lippi se hizo cargo del equipo y una de sus primeras decisiones fue la de transmitir a la directiva que él no quería fichar a Guardiola.
Es en ese momento en el que Orobitg tuvo que empezar a moverse para buscar otras opciones. Fue ahí cuando apareció la posibilidad de jugar en el Arsenal de Arsene Wenger. El club inglés le comunicó al representante que estaban interesados en Pep si vendían a Patrick Vieira.
El Real Madrid fue el club que más se interesó en fichar al galo, pero los blancos acabaron abandonando las negociaciones para contratar a Vieira debido a que consideraron muy elevadas las pretensiones que pedía el Arsenal y a que ese verano ya habían gastado 130000 millones en contratar a Zinedine Zidane, que se había convertido en el fichaje más caro de la historia en ese momento.
Ésto cerró las puertas del Arsenal a Guardiola, que comunicó a Orobitg que sin la marcha de Vieira no veían necesario fichar a Pep. Es por ello que Guardiola finalmente fichó aquel verano por el Brescia, aunque el catalán se tomó la revancha con el club londinense, ya que ya como entrenador del Barça logró apear a los Gunners en hasta dos ocasiones de la Liga de Campeones ¿sumará esta temporada la tercera?
El Emirates Stadium, el punto débil de Arsene Wenger
No corren buenos tiempos para Arsene Wenger en el Arsenal. Por primera vez en bastantes años, se duda mucho sobre la continuidad del alsaciano al frente de los ‘gunners’ toda vez que en menos de una semana el conjunto londinense ha dicho adiós a la FA Cup y prácticamente también se ha despedido de la ‘Champions’ tras caer en casa por 1-3 contra el Bayern en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones.
Los hinchas del equipo inglés ya no enarbolan por bandera su ya popular «In Arsene we trust» («En Arsene nosotros creemos) debido al notable bajón que ha pegado un equipo que ya no es que no gane ningún título desde el año 2005, sino que hace ya algunas temporadas que ni tan siquiera pelea ellos.
Por ello, la pregunta está en el aire ¿es el realmente Wenger el auténtico culpable de que las vitrinas del Arsenal lleven cerradas desde hace tiempo? Es obvio que el francés tiene su parte de culpa en todo, nadie lo va a negar, sin embargo el técnico es sólo una víctima más de los deseos de expandimiento de la entidad.
A principios de la década del 2.000, el Arsenal era uno de los equipos más potentes tanto de Inglaterra como de Europa. Por ello, sus dirigentes pensaron, con razón, que los 38.000 espectadores que cabían en el viejo Highbury se quedaban pequeños ante la gran expectación que levantaban los ‘gunners’.
Por este motivo el club decidió construir en 2.005 el Emirates Stadium, uno de los más modernos del mundo y el tercero con más capacidad de toda Inglaterra, que inauguró orgulloso en 2.006. Curiosamente, los londinenses llevan desde 2.005 sin ganar un título ¿casualidad? No creo.
El marcharse al nuevo estadio supuso al Arsenal una deuda de unos 530 millones de euros. La entidad londinense lo que decidió entonces fue, lógicamente, llevar un gran control del gasto que se hacía en el equipo para así en poder hacer frente a ese dinero en un relativamente breve espacio de tiempo.
De esta manera se quedó algo coja la filosofía de Wenger. El galo cosechó grandes éxitos a finales de los 90 y principios del nuevo siglo en el Arsenal conjuntando a grandes promesas con jugadores ya contrastados. Sin embargo, con la llegada al Emirates esto cambió y al haber menos dinero en caja únicamente se pudo seguir contratando a las promesas porque los contrastados resultaban inaccesibles.
Así durante estos años el club ha vivido en un constante bucle: fichaba jugadores jóvenes, éstos tras un periodo de adaptación de un par de temporadas lograban convertirse en estrellas y cuando sucedía ésto, cansados de que el Arsenal no luchara por títulos, deciden abandonar el club. Van Persie, Cesc o Nasri son claros ejemplos de ésto. Por ello, cuando el Arsenal nunca ha logrado dar ese paso adelante, porque nunca ha llegado a tener ese bloque de futbolistas contrastados. Sólo lograba tener un par de ellos a lo sumo.
Cuando escribo de contrastados me refiero a jugadores con la experiencia necesaria al máximo nivel y en equipos del mayor nivel de exigencia. Además, al Arsenal tampoco le ha venido bien que en esta época de ‘vacas flacas’ hayan surgido ‘nuevos ricos’ como Manchester City o Chelsea que se han metido de lleno en la lucha por la ‘Premier’ y que, en parte, han desvirtuado el mercado de fichajes global, ya que en la época dorada de Wenger la lucha por el título prácticamente era un mano a mano contra el Manchester United, algo que ahora no sucede.
Por ello, antes de atizar a Arsene Wenger, del que nadie niega que tiene parte de culpa en el fracaso actual del equipo, que nadie olvide éstos matices, ya que no es que su librillo haya quedado obsoleto, sino que ya no dispone de las mismas armas de antaño y sus rivales, además de multiplicarse, se han reforzado más y mejor. Lo peor de todo es que tiene pinta para los ‘Gunners’ de que ésto todavía para ellos durará algunos años más.
Las otras ligas ganadas en el último minuto


El Arsenal de Bin Laden
El fútbol es una de esas cosas difíciles de comprender. Visto desde fuera parece un simple juego más, pero cuando te atrapa estás perdido porque ya no sabes qué hacer sin él cada domingo. De esta especie de maldición no escapa nadie, desde el pobre obrero que trabaja de sol a sol hasta el mayor de los terroristas que parece que, en un principio, sólo tiene ojos para planificar sus cruentas masacres. Un ejemplo de esto último es Osama Bin Laden que en su corazón, si es que lo tenía, guardaba una parte importante para seguir a su Arsenal.
El flechazo entre el club inglés y Bin Laden se produjo en 1994. En aquella época Osama no era tan conocido mundialmente como, lamentablemente, lo fue a partir de 2001. Sin embargo, ya estaba en las listas de muchos centros de inteligencia de todo el mundo como sujeto a ser vigilado y, a ser posible, también capturado. En aquel año el ideólogo del 11S se encontraba viviendo en Londres, seguramente tramando algo nada bueno, y en sus ratos libres se dedicaba a ver los partidos de la Premier League por televisión.
De todos los equipos que vio uno le llamó especialmente la atención: el Arsenal, del que se hizo hincha. Aquel conjunto no jugaba como el de Arsene Wenger, pero destacaba por la lucha y coraje que derrochaba en cada uno de los encuentros que disputaba. Tanto fue así, que Bin Landen estaba tan embelesado con los Gunners, apodo que recibe el equipo londinense por sus orígenes en una fábrica de armas, que decidió ir a ver varios partidos al hoy ya demolido Highbury, en el que presenció varios partido de la Recopa de esa temporada.
La cosa no quedo ahí, pues Osama transmitió a Abdullah, el mayor de sus 13 hijos, la pasión por el club rojiblanco y le llegó a comprar en la tienda oficial de la entidad una camiseta del Arsenal que llevaba en la espalda el nombre de Ian Wright y el número ocho. Tal llegó a ser el fanatismo de padre e hijo por la escuadra inglesa que Bin Laden se planteó comprar el club, ya que veía que podía ser una buena manera para blanquear dinero, obtener beneficios y, cómo no, disfrutar en primera persona del equipo de sus amores.
Sin embargo, la intención de Osama se hizo trizas al poco tiempo. Y es que el gobierno saudí le confiscó su pasaporte y le señaló como subversivo. Esto obligó a Bin Laden a cambiar de país y huir rápidamente a Sudan. Poco después los hinchas del Arsenal se enteraron de que uno de los fugitivos más buscados era hincha de su club y le dedicaron la siguiente canción en la que tomaban la entonación del «Volare» de Domenico Modugno: “Osama,oh, oh/Osama,oh, oh, oh, oh/ He comes from Taliban/He is an Arsenal Fan” (“Osama,oh, oh/Osama,oh, oh, oh, oh/Él es un talibán/él es un fan del Arsenal”)
Cuando ocurrieron los terribles atentados del 11 de septiembre de 2001 y gracias a que gran parte del planeta ya sabía que Osama era hincha del Arsenal por la biografía que había escrito Adam Robinson titulada “Detrás de la máscara del terror”, el club Gunner salió rápidamente al paso al anunciar que el terrorista era persona non grata para el club y que nunca le volverían a permitir la entrada a su estadio. Aunque entre la hinchada de los londinenses se tomaron un poco a guasa el tema, pues siguieron cantando a Bin Laden, aunque cambiaron la letra de la canción: “Osama,oh, oh/Osama,oh, oh, oh, oh/ he supports the Arsenal/ he’s hiding near Kabul» (“Osama,oh, oh/Osama,oh, oh, oh, oh/Él apoya al Arsenal/ se esconde cerca de Kabul).
El sueño del Pompey se llama Sunderland
Tras una aciaga temporada, múltiples problemas económicos y con el descenso a la Coca-Cola League (Segunda División inglesa) confirmado, el Porstmouth realizó el canto del cisne en la FA Cup y se clasificó para la finalísima del torneo más antiguo del mundo tras derrotar al Tottenham en la semifinal. Ahora le espera el todopoderoso Chelsea, pero el Sunderland ya demostró en 1973 que en la FA CUP nada es imposible.
En aquel año, los Black cats jugaban en la división de plata, a la que habían caído relegados después de haber sido el equipo que más temporadas consecutivas había jugado en la máxima categoría. Un récord que actualmente le ha robado el Arsenal. Sin embargo, cuando rodaba el balón en la FA CUP, lo rojiblancos se sacudían todos sus complejos y eran capaces de ganar a cualquiera.
Ello provocó que alcanzaran, contra todo pronóstico, la final del torneo más antiguo del mundo. Sin embargo, para levantar el trofeo en el último partido debían de derrotar al Leeds United, que en aquellos momentos era uno de los equipos más potentes de Inglaterra. Así pues todos opinaban que a la Cenicienta le habían dado las doce y que su bonito cuento de hadas tocaba a su fin. Nunca un equipo de segunda había ganado la FA CUP en las apuestas se pagaba con un contundente 250 a 1 el triunfo del Sunderland en la final.
Llegó el gran día y en un Wembley a rebosar todos esperaban una victoria del Leeds de Don Revie, que defendía su corona. Sin embargo, Ian Porterfield comenzó a alimentar el sueño del Sunderland abriendo el marcador en el minuto 31. Ello provocó que el Leeds se lanzara al ataque y que, con él, llegara uno de los momentos más recordados en la historia del fútbol. Con la segunda mitad ya avanzada, Jimmy Montgomery, portero de los Black Cats, realizó una soberbia doble parada que está considerada como una de las mejores de todos los tiempos.
Aquella estirada permitió que el Sunderland alzara el título ante la perplejidad de todos. Por ello, el técnico del equipo, Bob Stokoe, cuando el árbitro decretó el final del encuentro se quitó el peculiar sombrero que lucía siempre para fundirse en un abrazo con el héroe Montgomery. El técnico le dio las gracias por haberle demostrado con sus actuación que, a veces, los sueños se convierten en realidad. Algo de lo que el Porstmouth debería tomar buena nota.
John Thomson, El Príncipe
En una época en la que la Scotish Premier League cada vez está más devaluada, pocos son los alicientes que tiene para poder plantar cara a las grandes ligas de Europa. El Old Firm, el partido que enfrenta al Celtic contra el Rangers, o lo que es lo mismo católicos contra protestantes, es de los pocos encuentros con los que los escoceses pueden sacar pecho. Uno de los jugadores que ayudó a incrementar la leyenda de este tipo de partidos fue John Thomson, el príncipe de los porteros.
John nació el 28 de enero de 1909 en Kirkcaldy, en la localidad de Cardenden, muy cerca de Glasgow, en el seno de una familia protestante que sufría para subsistir. Por ello, Thomson con quince años tenía que bajar todos los días a los pozos de Fife para llevar un salario a casa. Sin embargo, su sueño, como el de tantos otros, era el de ganarse la vida con su pasión.
Así comenzó su carrera en el Bing Boys, un equipo amateur en el que comenzó a ganarse fama de buen portero, lo que le valió para fichar por el Wellesley Juniors. Durante su estancia en este club, el azar quiso que los ojeadores del Celtic, ávidos por fichar a un portero, se quedaran prendados con sus paradas cuando estaban ojeando a un portero del equipo que jugaba contra el Juniors.
Sin embargo, su sueño de fichar por un equipo grande estuvo muy cerca de venirse al traste porque el Celtic, equipo que enarbola en Glasgow la bandera del catolicismo, dudaba sobre la contratación de Thomson por su condición de protestante. Finalmente, después de que el portero jugara a modo de prueba varios partidos amistosos con los verdiblancos, los ojeadores despejaron sus dudas: había que ficharlo sí o sí.
Thomson devolvió la confianza depositada en él convirtiéndose en uno de los mejores porteros del Viejo Continente. De hecho, los aficionados del Celtic le bautizaron con el nombre de “El Príncipe de la Portería” y encabezaba siempre la lista de jugadores preferidos por la hinchada.
John, además de con sus grandes actuaciones, se ganó este cariño demostrando siempre una gran fidelidad al club. “En la vida hay cosas más importantes que el dinero. ¿Qué hay más importante que el dinero? Pues…por ejemplo, está el Celtic de Glasgow”, señaló el meta en 1931, después de haber rechazado una astronómica oferta del Arsenal inglés.
Sin embargo, el cinco de septiembre de ese mismo año llegó su día más trágico. En esa fecha se disputaba el Old Firm en el Ibrox Park. Miles de aficionados poblaban las gradas y toda Escocia se encontraba paralizada para observar el acontecimiento. Con cero a cero en el marcador, en el minuto 50 Sam English se plantó solo ante el portero.
Aunque, cuando éste se disponía a armar un disparo, Thomson salió de su portería como una gacela dispuesto a atajar el esférico. Cosa que consiguió pero a un precio demasiado caro: la rodilla de English impactó de manera brutal contra la cabeza del portero y este último quedó tendido de manera inconsciente sobre el terreno de juego mientras sangraba de manera abundante.
Inmediatamente, Davie Meiklehojn, capitán del Rangers que había estudiado medicina, solicitó la entrada en el terreno de juego de las asistencias, que sacaron John del terreno de juego. Su puesto lo ocupó el centrocampista Chic Geatons, que, de manera increíble, logró mantener la portería de Thomson a cero.
Sin embargo, el público y los propios jugadores estuvieron en esos momentos más pendientes de otro partido, el que se estaba disputando en el Victoria Hospital, en el que John se jugaba la vida.
Pero no hubo suerte y los médicos certificaron la muerte de Thomson a las 9:25 de la noche. La noticia provocó una gran conmoción en todo el país y cerca de 30000 personas acudieron al funeral de El Príncipe. En el epitafio de su tumba se podía leer lo siguiente: «They never die who live in the hearts they leave behind» (Jamás mueren aquéllos que perviven en los corazones de quienes dejan atrás).
Y esta leyenda se cumplió, pues a día de hoy en Celtic Park cuando a los locales les cuesta sacar adelante un partido cantan lo siguiente: «Así que vamos, Celtic de Glasgow levántate y juega el partido que un fantasma permanece entre tus postes y John Thomson es su nombre». No vivió todo lo que hubiera querido, pero la leyenda de Thomson permanecerá viva para siempre.