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Etxeberría, el Iñigo Martínez de los 90
El mercado de invierno que se acaba de cerrar no cabe duda que ha sido uno de los más movidos de los últimos debido al gran número de fichajes top que se han realizado. Uno de los más destacados en España ha sido el de Iñigo Martínez, que ha dejado la Real Sociedad para irse al Athletic de Bilbao, eterno rival de los donostiarras, después de que los rojiblancos pagaran la cláusula de rescisión de 32 millones de euros del central. Un movimiento que recuerda mucho al de Joseba Etxeberría en la década de los 90.
Para conocer esta historia hay que trasladarse hasta 1995. Por aquel entonces, Etxeberría no era más que un joven extremo de 17 años que apuntaba buenas maneras, ya que solo había jugado dos partidos de titular hasta entonces con el primer equipo de la Real Sociedad, una cantidad insuficiente como para medir si un futbolista está hecho aún para la élite. Aunque hay que destacar que había sido Bota de Oro en el último Mundial Sub-20 con España.
El Athletic vio algo distinto en él y en junio de aquel año decidió pagar la cláusula de 550 millones de pesetas (3,5 millones de euros) para hacerse con los servicios de Joseba. Una cantidad que parece ínfima ahora, pero que en aquel entonces significó la mayor cantidad pagada por un jugador español en un traspaso que implicaba a dos equipos nacionales.
Etxeberría, que por entonces ganaba 300.000 pesetas (unos 1.800 euros) anuales, llevaba semanas negociando, con su padre como representante, su renovación por la Real. La última oferta que hicieron a los txuriurdines fue de 90 millones netos (unos 840.000 euros aproximadamente), que fue consideraba desproporcionada en Anoeta por tratarse de una mera promesa.
Suele decirse que a río revuelto ganancia de pescadores. En esas apareció el Athletic, que por cierto había rechazado al jugador en época de infantiles, para ofrecer al futbolista un contrato de 50 millones de pesetas (300.000 euros) anuales que sí que recibió el visto bueno del jugador.

Foto: @renaldinhos
La materialización del fichaje significó el inicio de una guerra entre Real y Athletic, tal y como ha sucedido hasta ahora. “Es una locura desde el punto de vista ético y moral. Ellos han venido quejándose de la actitud de algunos clubes respecto a Julen Guerrero y creo que han actuado de la misma forma en este caso. (…) Parece que entre los clubs vascos se ha abierto la ley de la selva. Si hace falta, incluso iremos a por un jugador del Athletic”, señaló muy enfadado Luis Uranga, presidente por aquel entonces de los guipuzcoanos, tal y como recoge la prensa de la época.
“La Real Sociedad sabía de nuestro interés por él y que el jugador nos estaba siendo ofrecido. Al no poder llegar a un acuerdo con la Real y en vista de que el jugador estaba dispuesto a hacer uso de su cláusula de rescisión, se ha optado por esta vía”, respondió el Athletic.
La apuesta le salió bien al Athletic, ya que Etxeberría acabó por mostrar en San Mamés todo el buen fútbol que apuntaba e hizo carrera con la camiseta rojiblanca, con la que se retiró en 2010 tras haber jugado más de 500 partidos. Algo que firmarían ahora todos los vizcaínos porque se repitiera con Iñigo Martínez.
Cuando el Athletic descartó a Aduriz
Aritz Aduriz es uno de los hombres de moda del fútbol español debido al gran momento de forma que pasa actualmente, con el gol que dio el triunfo al Athletic de Bilbao contra el Real Madrid como mejor ejemplo de ello. Sin embargo, los leones no siempre confiaron como ahora en el delantero vasco.
Aduriz llegó a la cantera del conjunto vasco en el año 2000, cuando contaba con 19 años. Sin embargo, no fue hasta septiembre de 2003 cuando Jupp Heynckes, en aquel momento técnico de los rojiblancos, le dio la oportunidad de debutar en el primer equipo y en Primera División. Pese a ello, sus apariciones aquella temporada con el Athletic fueron muy escasas. De hecho, sólo jugó cuatro partidos, tres de Liga y uno de Copa sin lograr ver puerta en ninguno de ellos.
Se da la curiosa circunstancia de que aquella campaña, Aduriz acababa en verano su relación contractual con el conjunto vasco. Pese a que en el filial del conjunto bilbaíno no destacó especialmente por su olfato goleador, marcó 18 goles en 82 partidos, Heynckes recomendó a la directiva de los leones que renovaran al jugador. El técnico alemán, pese a que consideraba que Aduriz no era un futbolista que pudiera dar un rendimiento inmediato al Athletic, estaba convencido que sería importante para la primera plantilla si adquiría experiencia yéndose cedido.
Sin embargo, Heynckes, que también acababa contrato al final de aquella temporada, rechazó renovar por el conjunto de San Mamés y con él se fue del club el gran valedor de Aduriz. Andoni Zubizarreta, en aquella época director deportivo del Athletic, no puso mucho interés en prolongar el contrato del ariete y Ernesto Valverde, casualmente el sustituto en el banquillo de Heynckes, tampoco se mostró muy preocupado por la situación de Aduriz. Esto se tradujo en que llegó el uno de julio de 2003 y el delantero se tuvo que buscar equipo.
El ariete recaló entonces en el Burgos, de Segunda División B, en el que realizó una gran temporada, ya que batió sus mejores registros goleadores haciendo 16 tantos. «Fue un club que nunca olvidaré porque me ayudó mucho en mi trayectoria», declaró en 2010 Aduriz en una entrevista al Diario de Burgos.
Su buen año en el conjunto burgalés llamó la atención del Real Valladolid, que lo fichó para intentar regresar a Primera División. Con sus goles en el José Zorrilla llamó la atención del Athletic, que casi tres años después de haberlo dejado escapar a coste cero pagó casi tres millones de euros por hacerse con los servicios del delantero. El resto de la historia ya la conocemos todos: después pasó al Mallorca debido a que el club bilbaíno necesitaba dinero, de ahí pasó al Valencia con el que jugó la Champions y en 2013 el Athletic le volvió a repescar para que se convirtiera en la estrella que es hoy.
Adiós San Mamés
Este sábado acabó la liga española. Una de las noticias más relevantes que nos ha dejado esta última temporada ha sido la de que el balón ya no volverá a rodar más en San Mamés, el único estadio que había acogido todos los campeonatos ligueros de toda la historia. Por ello, ya que todos conocemos cuál ha sido su final, esta semana vamos a repasar en La Medialuna cómo fueron sus inicios.
En un principio, el Athletic de Bilbao disputó sus primeros partidos en el campo de Laimako. Unos terrenos en los que los británicos que vivían en Euskadi popularizaron el fútbol entre la población. Sin embargo, los numerosos adeptos y la gran expectación que comenzó a despertar este deporte provocaron que el Athletic decidiera buscar un nuevo campo para acoger el campeonato de España de 1911.
Por ello, tras aceptar la propuesta de la ‘Sociedad de Terrenos de Neguri’, decidieron marcharse al campo de Jolaseta. Sin embargo, esta nueva ubicación pronto también se les quedó pequeña y la junta directiva de los ‘leones’ decidió el 10 de diciembre de 1912 construir un nuevo campo para los rojiblancos.
La primera propuesta que se recibió fue para que se mudaran a unos terrenos que había en Indautxu, pero no acabaron de convencer. Por ello, finalmente se decidió levantar un estadio en otro sitio que convenció más a los dirigentes: en la prolongación de la Gran Vía. Estaba próximo al asilo de San Mamés y ese territorio era el de una antigua ermita que se levantó en honor a San Mamés. Por este motivo el coliseo vizcaíno tiene el nombre del santo, para recordar sus orígenes.
Manuel María Smith fue el arquitecto encargado de diseñar el estadio. Un campo que prometía ser único en España y de vanguardia. Por ello, el presupuesto inicial para realizar el terreno de juego fue de 50.000 pesetas (300 euros), un dineral para aquella época. El Athletic por aquel entonces no podía permitirse gastar tanto dinero, por ello realizó una suscripción popular en la que se recaudaron 40.700 pesetas.
Así pues con el problema del dinero solucionado, las obras se iniciaron el 20 de enero de 1913. Eso sí, comenzaron después de que el sacerdote Manuel Ortúzar diera su bendición a las mismas. Siete meses después, el 21 de agosto, San Mamés estaba listo para albergar su primer partido. Fue un encuentro entre el Athletic y el Real Unión de Irún correspondiente a un torneo organizado por los rojiblancos en el que también el Sepherd´s Busch inglés, que acabó conquistando el campeonato.
El partido inaugural acabó con empate a uno y registró un lleno sin precedentes, ya que las 3.500 plazas de las que disponía el estadio se quedaron pequeñas. El primer gol lo hizo el mítico Pichichi. El último aún está por marcarse, ya que el Athletic se despedirá a su glorioso estadio el próximo cinco de junio en un amistoso contra una selección vizcaína. 90 minutos para despedir a un campo que la Liga ya echa de menos y cuya atmósfera será difícil de volver a repetir.
Origen del Alirón
Cuando se llega a las últimas jornadas de los grandes campeonatos una de las preguntas más cotidianas que se hacen los aficionados es cuándo va su equipo a “entonar el alirón”. Sin embargo, pocos se preocupan por pensar en el origen de la frase, nublados por los cercanos aires de triunfo y gloria que se acercan para la escuadra a la que no dejan de alentar.
Si cogemos un diccionario de la Real Academia Española y buscamos la palabra “Alirón” encontraremos lo siguiente: «interjección para celebrar la victoria en una competición deportiva». Además, destaca que el término proviene del árabe hispánico ali`lan y que éste, a su vez, deriva del árabe clásico al´il`lan. Sin embargo, el fútbol, el mismo que miles de veces nos deja con montones de incógnitas por resolver, difiere del diccionario y es capaz de responder a la pregunta con una historia que merece la pena responder.
Para ello, tenemos que viajar en el tiempo hasta la década de los setenta del siglo XIX y adentrarnos en la localidad vizcaína de Muskiz. El contexto histórico que mueve a la época es el final de la tercera guerra carlista y la supresión de los Fueros de los Territorios Vascos. Ante ello, los británicos pusieron el ojo en estas tierras, con el objetivo de explotar los yacimientos de minerales que había, teniendo una especial predilección por el hierro.
La llegada de los empresarios procedentes de Gran Bretaña supuso también la llegada con ellos de ciertas tradiciones. Una de ellas era el fútbol, que ya había tenido años antes un gran éxito en Huelva. Así surgieron equipos como el Athletic de Bilbao y Bilbao C.F., este último lamentablemente ya desaparecido. Las empresas británicas generaron mucho empleo, aunque a costa de cargarse el paisaje de la margen izquierda del Río Nervión.
Cuando los trabajadores encontraban franjas compuestas única y exclusivamente por hierro las marcaban con tiza escribiendo “All iron”, que en castellano significa “Todo hierro”. Al leer la leyenda, el boca a boca entre todos los trabajadores era constante y todos comenzaban a cantar “All Iron” en un estallido de alegría que retumbaba por todo Muskiz, pues significaba que iban a recibir una paga extra por dicho descubrimiento.
Con el paso de los años el cántico del “All iron” se castellanizó al popular “Alirón”. Tal era la alegría cuando lo cantaban que a los hinchas del Athletic se les ocurrió comenzar a cantar “Alirón, Alirón, el Athletic es campeón” cunado los rojiblancos sumaban a algún título. El cántico se hizo tan conocido que con el paso del tiempo otras aficiones lo adaptaron a sus respectivos equipos. De ahí surgió la expresión “cantar el alirón”, porque cuando un conjunto gana un título la alegría es tan grande como la de los mineros vascos cuando encontraban una zona de “All iron”