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El día que España jugó contra el Bayern de Múnich
No suele ser muy común que las selecciones nacionales jueguen partidos contra clubes. De hecho, este tipo de encuentros son cada vez menos habituales y cuando se celebran tienen un carácter más de puro entrenamiento que de otra cosa. La selección española ha disputado varios de estos partidos. Unos de los más destacados fue el que disputó contra el Bayern de Múnich en el Metropolitano el 17 de mayo de 1962.
España estaba en plena preparación del Mundial de dicho año, que se celebró en Chile, y eligió como último rival antes de viajar a Sudamérica al Bayern de Múnich. El conjunto alemán no era ni mucho menos el potente equipo que conocemos hoy en día, ya que en su palmarés apenas sumaba un entorchado liguero y otro de Copa. Un botín bastante escaso si vemos la sala de trofeos del conjunto alemán en la actualidad.
Pese a que el Bayern no era muy conocido en la capital, el Metropolitano se llenó para ver el encuentro. “Quizá no había tenido un lleno como el de ayer el estadio Metropolitano en toda la presente temporada. Como en los días de grandes finales, el abrupto aparcamiento que linda con la parte inferior del estadio se atestó hasta el último agujero. No cabía una persona más en las gradas y si no había tres mil espectadores de pie en todos los huecos de las localidades es que somos peor cubicando (¿?) personal que haciendo quinielas, cosa sumamente difícil”, comentaba el diario ABC al día siguiente sobre el ambiente que hubo en las gradas.
El partido tuvo poca historia, ya que España no dio casi opción a su rival, al que arrolló con un contundente 5-1. La primera parte estuvo mucho más igualada que la segunda, ya que la Roja se marchó al descanso con una ventaja mínima (1-0). Sin embargo, en la segunda mitad los españoles fueron un vendaval que únicamente permitieron marcar a su rival a los 81 minutos cuando el partido ya iba 5-0.
Pese a lo abultado del resultado, el Bayern no dejó una mala impresión, tal y como remarcó Mundo Deportivo en su momento: “Digamos rápidamente que el Bayern cumplió en el cometido que se le encargó. Hizo el juego que convenía en un entrenamiento, y sin dar facilidades al contrario, tampoco puede decirse que estuvo muy decidido en impedirlo, pues en todo momento actúo con nobleza, observando sin duda órdenes dadas. Con un gran portero, decidido, valiente y con vista, figuran una defensa buena y un par de medios excelentes. En el ataque se ha podido advertir carencia de remate, lo que no es nuevo en el fútbol centroeuropeo. En resumen, un buen sparring”.
¿Se volverá a repetir algún día el España – Bayern de Múnich?
La vuelta de Heynckes, sinónimo de año en blanco para el Bayern
Una de las noticias más significativas que nos ha dejado el parón actual de fútbol de clubes ha sido la vuelta de Jupp Heynckes al Bayern de Múnich en sustitución de Carlo Ancelotti, despedido. Los aficionados del conjunto bávaro se relamen pensando en el triplete que logró el técnico alemán con el Bayern en 2013. Sin embargo, la historia señala que siempre que el entrenador germano acudió al club muniqués en una situación similar, la entidad terminó el año en blanco.
La primera vez que Heynckes fichó por el Bayern como apagafuegos, es decir, con la temporada ya iniciada, fue en la temporada 2008-2009. Jürgen Klinsmann fue destituido de su cargo como primer entrenador y la directiva firmó por un contrato temporal hasta al 30 de junio a Jupp con el objetivo de enderezar a un equipo que iba mal en la Bundesliga y que ya había sido eliminado tanto de Champions como de Copa.
Las cuatro victorias logradas en los cinco partidos que dirigió de la Bundesliga fueron insuficientes para evitar el título sorprendente del Wolfsburgo, que acabó líder la temporada con dos puntos por delante del poderoso Bayern que, al menos, logró el objetivo mínimo de sellar su pase para la siguiente Champions de manera directa.
El tercer regreso de Heynckes al banquillo del Bayern fue en la temporada 2011/2012. Louis Van Gaal fue despedido pocos meses antes de que finalizara la campaña 2010/2011 y el conjunto muniqués andaba a la deriva tras un año sin títulos y en el que había dejado muy malas sensaciones.
Sin embargo, la llegada de Jupp al banquillo del Allianz Arena no fue sinónimo de títulos, tal y como también le sucedió cuando dirigió al equipo bávaro desde el inicio en la temporada 1987/1988. El Bayern quedó segundo en la Bundesliga y perdió las finales de Champions y Copa. Heynckes se resarció levantando el triplete la siguiente temporada, pero ya hemos visto que siempre que coge al equipo en una mala situación logra levantarlo pero no lo suficiente como para ganar un título.
El error que no quiere repetir Guardiola
Esta semana se disputa la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones y, tras lo visto en la ida, el Bayern de Múnich -Atlético de Madrid se presenta apasionante. Especialmente porque Pep Guardiola está obsesionado con no repetir el partido que hizo contra el Real Madrid en 2014.
En aquella eliminatoria contra los blancos, el Bayern, al igual que sucedió el pasado miércoles en el Vicente Calderón, perdió por 1-0 en la ida de las semifinales. Los germanos, pese a la derrota, no realizaron un mal partido. Simplemente no estuvieron acertados en el remate, ya que llegaron a hacer hasta 18 tiros.
Sin embargo, la prensa alemana fue muy dura con el Bayern en general y con Guardiola en particular. Criticaron el estilo de juego de los muniqueses y pidieron que para la vuelta jugarán a un estilo más alemán, más a tumba abierta en busca del gol. Pese a ello, tal y como relata el libro ‘Herr Pep’, el técnico catalán tenía claro que iba a afrontar la vuelta jugando un 3-4-3 con el que reforzar el centro del campo y estar así más protegidos de los contragolpes del Real Madrid.
Pasaron los días y Guardiola cambió de idea. No había trabajado lo suficiente con el equipo el juego con tres defensas y prefirió no arriesgar en uno de los partidos más importantes del año. Entonces lo tuvo claro: para la vuelta iba a jugar el 4-2-3-1 con el que solían competir en la Bundesliga y que tan buenos resultados les había dado en el campeonato doméstico.
Sin embargo, el Bayern y su entorno se obsesionaron con la remontada, casi con marcar el segundo gol antes de hacer el primero. Guardiola se dejó contagiar por ese ambiente y el día del partido contra el Madrid en Múnich sorprendió con el planteamiento táctico que presentó: 4-2-4. Ofensivo a más no poder.
“Chicos, no se trata de salir y disfrutar. Esta vez hay que salir y morder. Hay que ir a por todas. Sois alemanes. Sed alemanes. Morid en el campo”, alentó Pep a sus jugadores antes de empezar el choque. Tanta ganas de épica y hombres de ataque provocaron que el equipo se descompusiera en el centro del campo y el Real Madrid logró el pase a la final de Lisboa tras imponerse por 0-4. “Toda la temporada negándome a poner el 4-2-4. Todo el año resistiéndome. Y lo pongo el día más importante… Menuda cagada…”, reconoció Guardiola a sus más íntimos tras aquella eliminatoria.
Por ello, tras el 1-0 del Vicente Calderón, Pep está obsesionado en no repetir los errores de 2012. ¿Será capaz el próximo martes?
Breno, el central que espera su momento en la cárcel
Estamos en verano, una época que los clubes de todo el mundo dedican para reforzar sus plantillas ante la llegada inminente de la nueva temporada. Muchos buscan reforzarse con algún central. Sin embargo, el nombre del brasileño Breno no está en la agenda de ningún gran equipo, pese a que éste espera desde la cárcel que el fútbol, y la vida, le dé una nueva oportunidad.
No siempre fue así. En el año 2007, cuando Breno contaba 18 años y jugaba en el Sao Paulo, los mejores clubes de Europa se pegaban por hacerse con sus servicios al considerarle uno de los centrales más prometedores. De hecho, el Real Madrid estuvo muy cerca de cerrar su fichaje. Sin embargo, la contratación no se llegó a materializar porque el club madridista pidió al brasileño que se hiciera una prueba ósea para demostrar que no mentía con su edad.
Esto indignó a Breno, que decidió entonces desestimar la oferta merengue y aceptar una del Bayern de Múnich, que había mostrado muy interesado en él gracias a que Giovanni Elber se lo había recomendado a la secretaría técnica del club alemán. Debido a que llegó a la entidad germana en el mercado de invierno no jugó mucho en su primera campaña en Múnich. Pese a ello, la buena actuación que hizo Breno en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 hizo pensar a los dirigentes del Bayern que podía crecer muchísimo al lado de Lucio.
Sin embargo, Breno no logró hacerse un hueco en el once germano y fue muy señalado en los partidos que jugó. Especialmente por un partido de cuartos de final de la Champions en el Camp Nou en el que fue titular, en el año 2009, y en el que el Bayern encajó un sonrojante 4-0. La siguiente campaña, la 09/10, ya con el exigente Louis Van Gaal en el banquillo alemán siguió sin tener oportunidades. Tanto que hasta canteranos como Holger Badstuber le lograron adelantar como primera opción en el banquillo.
Ante ese panorama, Breno se marchó cedido al Nuremberg en diciembre de 2009. Allí pareció recuperar su mejor nivel. Sin embargo, cuando mejor estaba cayó lesionado y no pudo volver a jugar esa campaña en su nuevo equipo. En la siguiente temporada, ya de nuevo en el Bayern, volvió a contar con muy pocas oportunidades. Pese a ello, Van Gaal sorprendió y le puso de titular contra el Inter de Milán, el entonces campeón de Europa, en la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones.
Sin embargo, no supo aprovechar su oportunidad y un fallo suyo provocó que Samuel Eto’o marcara el 2-3 que dio el triunfo al Inter y dejó eliminado al Bayern. Este partido dejó nuevamente muy marcado a Breno, que fue señalado por la gran mayoría como el culpable de la eliminación germana de Europa. Aun así, lo peor para él estaba aún por llegar. Cayó nuevamente lesionado de la rodilla y estalló.
No había logrado para nada adaptarse a Alemania y, para colmo, al estar lesionado, únicamente cobraba un seguro de 5800 euros que no le llegaba para pagar el alquiler de su lujosa casa en uno de los barrios más exclusivos de Múnich. Al poco tiempo, su vivienda apareció incendiada. El jugador dijo no saber nada del incidente, pero el juez que llevaba el caso no lo vio tan claro. En ese momento el Bayern pagó medio millón de euros para que Breno evitara la cárcel y el central brasileño logró llegar a un acuerdo para jugar en la Lazio y poner así fin a la pesadilla que estaba viviendo en Alemania.
Sin embargo, el fiscal que estaba llevando el caso finalmente le declaró culpable del incendio, en el que la casa finalmente tuvo que ser derribada porque los daños materiales ascendieron a 1,5 millones de euros, y fue condenado a tres años y nueve meses de cárcel. El Bayern para entonces había decidido no renovar su contrato y la Lazio retiró su oferta debido a que sólo le puso como condición que no fuera a la cárcel.
En diciembre de 2012 apareció el Sao Paulo para ofrecerle un contrato para regresar a Brasil. El club se mostró tan interesado en el futbolista que le hizo llegar a Breno que sería capaz de esperarle todo el tiempo que hiciera falta. Al fin parecían llegar las buenas noticias para el defensor, que, sin embargo, volvió a recibir un nuevo palo el pasado mes de enero. Su abogado presentó un recurso para que se revisara la sentencia de su caso. Éste fue rechazado y, al menos, Breno deberá cumplir la mitad de su condena en la cárcel de Múnich mientras espera ansioso la segunda oportunidad del Sao Paulo y de la vida.
La revancha de Heynckes
La eliminatoria entre el Real Madrid y el Bayern de Munich es el plato fuerte de las semifinales dela Liga de Campeones. Lo es porque las plantillas de ambos son de las más potentes de Europa, los legendarios enfrentamientos que protagonizaron en el pasado y por el pasado madridista del actual técnico de los alemanes: Jupp Heynckes.
Heynckes dirigió al Real Madrid en la temporada 97/98. El teutón llegó al Santiago Bernabéu para suplir a Fabio Capello, que pegó la espantada rumbo a Milán en el verano del 97 tras haber estado sólo una temporada en España, pese a tener firmadas tres en su contrato. Al italiano se le contrató con el objetivo de que recuperara la hegemonía europea que tanto tiempo se le había resistido a los capitalinos.
Capello logró el primer paso hacia ese objetivo: ganarla Ligay clasificarse así parala Champions League, por lo que a Heynckes le tocaba proseguir el camino iniciado por el transalpino. El alemán, además, por si no fuera poco el reto que le habían encomendado, fue contratado con el objetivo de que el Real Madrid ganara con un juego alegre y divertido, algo que había brillado en su ausencia en la etapa de Capello.
Aun así, la ‘etapa Heynckes’ comenzó de manera brillante: ganandola Supercopa de España tras golear al Barcelona por 4-1 en el Santiago Bernabéu. Sin embargo, esas buenas sensaciones no se pudieron prolongar enla Liga, donde los blancos protagonizaron un campeonato bastante irregular, tanto que finalizaron en la cuarta plaza, entonces sólo los dos primeros se clasificaban parala Liga de Campeones.
En la Copa del Rey las cosas tampoco fueron mucho mejor: cayeron eliminados a las primeras de cambio a manos del Alavés, que militaba enla Segunda División.La única razón por la que el alemán no fue cesado de su cargo fue que cuando el Real Madrid jugabala Champions era un equipo totalmente diferente: en Europa nadie era capaz de toserle y se mostraba muy autoritario en cada partido que disputaba.
El madridismo estaba obsesionado con volver a ganarla Copa de Europa, cosa que no sucedía desde hacía 32 años y, por primera vez en mucho tiempo, veía a Heynckes capaz de lograrlo. Tanto que así fue, en mayo un gol de Mijatovic contrala Juventus dio a los blancos la ansiada ‘orejona’ y parecía que con ella iba ligada la continuidad de Heynckes en el banquillo para la temporada 98/99.
Sin embargo, en los medios se comentaba todo lo contrario: el entrenador tenía sus días contados. En la rueda de prensa posterior a la final, el técnico alemán mostró de manera irónica su sorpresa porque se dudara de su continuidad tras haber logrado la gesta de llevar la séptima al Santiago Bernabéu: “Debe ser la primera vez en la historia que le preguntan a un técnico si seguirá minutos después de ganarla Copa de Europa”.
Así el 28 de mayo de 1998 se confirmaron los peores presagios para Heynckes: Lorenzo Sanz, presidente del Real Madrid, anunció que el alemán no iba a seguir en el club: “No puedo permitir que un partido, que un gol, cambie el proyecto de futuro del Real Madrid”. Sanz justificó la decisión en la mala temporada liguera realizada por el equipo: “Si no hubiésemos ganado la Copa de Europa habríamos hecho una de las peores temporadas de la historia en la que ni siquiera nos hubiéramos clasificado parala Liga de Campeones”. “Se ha sentido presionado por el entorno, que le ha podido”, añadió.
Al día siguiente, Heynckes, el cual rechazó seguir en la entidad como director deportivo, se mostró muy contrariado al conocer su despido: perplejo. “Si le digo en la pretemporada al presidente que ganaremosla Copade Europa me renueva por cinco años”. Además, cargó contra la directiva: “No he estado respaldado por la junta directiva .En los últimos cuatro meses he trabajado en unas condiciones en las que ningún entrenado hubiera podido hacer nada. Sólo lo he superado gracias a mi experiencia”. Ahora el técnico alemán tiene la oportunidad de lograr su particular revancha.
Nigel Spink, el héroe inesperado
La vida tiene muchas cosas que se le pueden achacar, pero, para bien o mal, entre ellas no está el ser previsible. Tiene el don de que algo que parecía seguro cambie en cuestión de segundos. Un tiempo que puede tirar por la borda algo en lo que se llevaba trabajando mucho o, al contrario, darnos una grata sorpresa que no nos esperábamos. Entre estas últimas está la aparición de Nigel Spink, que en cuestión de segundos pasó de ser un auténtico desconocido a convertirse en el héroe que llevó al Aston Villa a proclamarse campeón de Europa en 1982.
Hasta ese momento, la vida de Spink apenas había tenido luces y sombras y todo hacía indicar que se iba a quedar, como tantas otras, en el anonimato. Sin embargo, el guardameta había tenido un conato de éxito años antes, cuando con 17 años jugando en el Chelmsford City, trabajo que combinaba con el de aprendiz de albañil, varios ojeadores del Aston Villa se fijaron en él y decidieron abonar unas 40.000 libras para que se incorporara a los “villanos”.
Aun así, la gloria de su fichaje se esfumó tan rápido como un bocadillo en el descanso de un partido. Y es que en Birmingham Spink siempre estuvo a la sombra de Jimmy Rimmer, que lo jugaba todo. Por ello, siempre estaba en segundo plano y así vivió la liga que ganó el Aston Villa al Ipswich Town de Sir Bobby Robson en 1981. Un título que permitió al conjunto inglés jugar la Copa de Europa al año siguiente.
En el torneo continental el Aston Villa avanzó con mucho trabajo, pero sin hacer mucho ruido, hasta la final, donde se iba a enfrentar al Bayern de Munich. Los alemanes eran los grandes favoritos para levantar la “orejona”, sobre todo gracias a su espectacular poder ofensivo. Un hecho que se constataba viendo que los tres máximos goleadores de la competición (Hoeness, Rummenigge y Breitner) jugaban en la escuadra alemana. Sin embargo, en la final, que se jugaba en Rotterdam, pronto comenzaron los problemas para el Aston Villa. Y es que a los diez minutos Rimmer se resintió de una lesión que había tenido en su cuello y tuvo que irse al banquillo.
Saltaron las alarmas entonces entres los británicos, pues su sustituto en el terreno de juego era Spink. Un hombre que en los casi cinco años que llevaba en el club apenas había jugado un partido oficial con los villanos y, para más inri, de eso hacía ya dos años y medio. Pues no defendía la portería del Aston Villa desde que lo hiciera en las navidades de 1979 en un partido que se saldó con derrota por 2-1 contra el Nottingham Forrest. ¿Sería capaz de aguantar la presión? ¿Podría estar alguien tan inexperto a la altura de un envite tan grande? Fueron algunas de las preguntas que pasaron por la cabeza de miles de personas en aquellos momentos.
Sin embargo, Spink con una parada tras otra disipó una a una todas las dudas que había puestas en él y logró dejar su portería a cero aquella noche gracias a una actuación antológica. Algo que unido al gol que marcó Peter Withe dio el título al Aston Villa por primera vez en su historia. Y es que si bien es cierto que la gloria del triunfo siempre suele recaer en los goleadores, nadie en Birmingham dudó en que si aquella noche los villanos se proclamaron como el mejor equipo del Viejo Continente fue gracias a las paradas de un joven portero que hora y media antes llevaba años siendo un perfecto desconocido que esperaba pluma en mano esperando su oportunidad para poder escribir una de las páginas más brillantes de la historia del club.
Conny Torstensson, las dos caras de la moneda
Dicen las malas lenguas que si no puedes con tu enemigo lo mejor que puedes hacer es unirte a él. En ocasiones la única manera de poder disfrutar de la gloria, es caer en gracia a tú verdugo y aprovechar tú oportunidad. De ello puede dar buena fe el sueco Conny Torstensson, el único futbolista que ha sido capaz de vivir en una misma temporada en la Copa de Europa las dos caras de la moneda: la decepción por la eliminación y la alegría por el triunfo final.
Para hablar de esta historia nos tenemos que trasladar a 1973. En el verano de aquel año Europa estaba un poco en estado shock porque Johan Cruyff, el jugador más desequilibrante de la época, había decidido dejar el Ajax para fichar por el Barcelona de Rinus Michels. La decisión sorprendió mucho, pues el Barça no era ni de lejos lo que es ahora y el Ajax era el equipo más potente del viejo continente. Tanto que había ganado las tres últimas copas de Europa y hay quien pensaba que estaba capacitado para igualar el récord de cinco del Real Madrid de Di Stéfano.
Sin embargo, la escuadra de Amsterdam no asimiló bien la marcha de su gran estrella y, sorprendentemente, hincó la rodilla en la primera ronda de la Copa de Europa tras caer con el CSKA de Sofía búlgaro. Entonces se abrió el abanico de candidatos para optar a ser el nuevo rey del continente. Uno de ellos era el Bayern de Munich. Aunque los alemanes estuvieron también a un paso de decir adiós a la máxima competición continental a las primeras de cambio por culpa del Åtvidabergs sueco.
El conjunto escandinavo cayó contra los muniqueses en la ida por 3-1, pero en la vuelta, gracias en parte a dos goles de Conny Torstensson, que ya había marcado en Alemania, rozaron la heroica: igualaron el 3-1 y llevaron la eliminatoria a los penalties. Sin embargo, ahí se acabó su suerte, pues desde los once metros a quien sonrió la fortuna fue a los alemanes. Los jugadores suecos, especialmente Torstensson, estaban desolados. Sabían que pocas veces iban a tener una oportunidad como ésa para pasear su nombre por la Copa de Europa.
Sin embargo, los goles de Conny no pasaron desapercibidos para el Bayern, que anduvo rápido en hacer una astronómica oferta de 290.000 euros al Åtvidabergs por el nueve que les había hecho tres goles. Las negociaciones llegaron a buen puerto y al poco tiempo Torstensson ya era la pareja de baile de Muller en el conjunto teutón. Tanto que a los pocos meses el sueco fue titular en la final de la Copa de Europa que el Bayern jugó contra el Atlético de Madrid. Finalmente, el día el que los colchoneros comenzaron a escribir su leyenda como ‘pupas’ Torstensson se agarró fuerte a la orejona. Meses atrás había llorado por caer eliminado de la competición y ahora saboreaba la gloria con el que había sido su verdugo. En un año había vivido las dos caras de la moneda, algo que según las reglas actuales ya nadie va a poder repetir jamás.