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Ruth Malosso, el hombre que llevó a Eusebio al Benfica
Durante la última semana el mundo del fútbol ha llorado la muerte de Eusebio, uno de los mejores jugadores del siglo XX. Por ello, se han recordado las gestas que logró tanto con la selección portuguesa como con el Benfica. Todas estas historias fueron gracias a Ruth Malosso, un nombre que no sonará a muchos pero que fue clave tanto en la historia de Eusebio como del fútbol luso.
A finales de los 50, Eusebio jugaba en su Mozambique natal y sus cualidades futbolísticas llamaron la atención de los dos grandes equipos portugueses del momento: Sporting y Benfica. En cuanto le vieron jugar unos minutos, ambos equipos estaban de acuerdo en que aquel jugador se tenía que enrolar en su equipo y empezaron una batalla por ver cuál de los dos se hacía con sus servicios.
El Benfica llegó a un acuerdo con los padres del jugador y llevó al jugador a Lisboa para que Bela Guttman, técnico de los encarnados, diera su visto bueno al fichaje tras verle actuar en un par de entrenamientos. Guttman quedó encandilado con Eusebio y dio el ok a su contratación, pero esta no se pudo llevar a cabo porque el Lourenço Marques, equipo al que pertenecía el mozambiqueño, se negó a llegar a un acuerdo con el Benfica.
Ahí vio el Sporting su oportunidad y volvió a pujar con fuerza por Eusebio. Tanto que llegó a un acuerdo, a instancias del propio Eusebio, con el Lourenço Marques. La Federación de Portugal dio su visto bueno al fichaje, pero el Benfica recurrió al justificar que el acuerdo con el jugador lo tenían ellos.
En un principio, la Federación dio la razón al Sporting, pero debido a la insistencia del Benfica decidió volver a estudiar el caso. Para ello se dio unos días. Sin embargo, entonces Eusebio desapareció. Nadie sabía dónde estaba. La prensa lusa llegó a afirmar que la presión le había superado y que había vuelto a Mozambique.
Semanas más tarde, la Federación, según denuncia el Sporting tras muchas presiones, dio validez al fichaje de Eusebio por el Benfica. Entonces salió a la luz que había estado escondido como sí fuera un turista en un hotel del Algarve bajo el nombre de Ruth Malosso, para pasar así desapercibido. En su estancia en el Algarve estuvo acompañado todo el tiempo por Domingos Claudino, un dirigente del Benfica del que cuentan las malas lenguas que para asegurarse de que Eusebio no se le escapara se ató con un acuerda al futbolista para que no se le escapara.
El tiempo demostró que aquella peculiar táctica llevada a cabo con Ruth Malosso valió la pena porque con Eusebio en el campo el Benfica logró los mejores éxitos de toda su historia.
La tragedia de Superga
En la historia del fútbol siempre ha habido de todo. Desde equipos que marcaron época pero a los que el paso del tiempo enterró en el cajón del olvido hasta otros que siempre permanecerán en la memoria de los aficionados porque se han convertido en leyenda. Un claro ejemplo de esto último es el Grande Torino de los cuarenta, un mito que fue frenado por la “tragedia de Superga”.
Ferrucio Novo era un hombre que tenía una idea clara: hacer grande al Torino, una vez que el conjunto granota había ascendido a la Serie A en los años 30. Por ello, fichó para el club a Valentino Mazzola y Ezio Loik, ambos fichados al Venezia, que resultaron fundamentales para que los italianos se hicieran con el segundo Scudetto de su historia en la 42-43. Sin embargo, el inicio de la Segunda Guerra Mundial hizo que la progresión de los turineses se detuviera porque el campeonato italiano, al igual que todos los de Europa, se suspendió.
Una vez finalizada la contienda, poco a poco, todo fue el volviendo a la normalidad y el fútbol no fue una excepción. El campeonato se reanudó y el Torino consiguió cosechando éxito tras éxito, al que le valió para que le pusieran el apodo de “Grande Torino”. Los granota eran el equipo más temido en Italia, puesto que, sumando el título que conquistaron antes de la guerra, sumaban cuatro Scudetti de manera consecutiva. De hecho, diez de los once titulares de la selección italiana formaban parte de la selección Azzurra.
Sin embargo, el destino tenía preparado un fatídico final para este equipo. Los italianos fueron invitados por el Benfica para jugar un amistoso en Lisboa en memoria de José Ferreira, que se retiraba. Cuando los transalpinos se disponían a hacer el viaje de regreso a casa, el 4 de mayo de 1949, 18 futbolistas de la plantilla fallecieron después de que el avión Fiat G212CP se estrellara contra la basílica de Superga. Años después, las autoridades italianas dictaminaron que las nubes bajas, la falta de ayuda desde la radio y un error de navegación como principales factores causantes del accidente.
Uno de los que regateó en aquel momento a la muerte fue Ladislao Kubala. El delantero jugaba entonces en el Pro Patria italiano y se encontraba también en Lisboa. En principio, debía de haber regresado a Italia en el mismo avión que los fallecidos, pero su hijo enfermó y tuvo que prolongar su estancia en la capital lusa.
La tragedia de Superga conmocionó a toda Italia y al resto del mundo. De hecho, nada más conocerse la noticia, el River Plate argentino se puso en contacto con dirigentes el Torino para disputar un amistoso con el objetivo de recaudar fondos para las familias de los fallecidos. Algo que ha provocado que, en alguna ocasión, la segunda equitación del Torino haya sido blanca con una franja que cruza de arriba abajo la camiseta como la de los bonaerenses en eterno agradecimiento a su gesto.
En tanto, cuando sucedió el fatídico accidente quedaban cuatro jornadas por disputarse del campeonato y el Torino lideraba la tabla. Debido a su situación, los granota tuvieron que jugar con el equipo filial el resto de partidos. Genova, Palermo, Sampdoria y Fiorentina, adversarios suyos, decidieron solidarizarse con el club de Turín y también pusieron equipos repletos de juveniles cuando se vieron las caras con el Torino. El Toro no falló y ganó los cuatro partidos alzándose con el Scudetto.
Sin embargo, tras la tragedia de Superga son muchos los que aún hoy piensan que el Torino no ha sido capaz de reponerse del accidente. Desde entonces, el club ha dejado de pelear codo a codo con los grandes, salvo alguna excepción, como el Scudetto del 76. Por ello, los aficionados del Toro se repiten que solo tienen un consuelo: mirar al cielo y ver que el Gran Torino aún vuela. Leer más…