
Desde que Pep Guardiola anunciara que va a dirigir el Bayern de Múnich la próxima temporada la prensa alemana no ha hecho más que colocarle segundos entrenadores. Uno de los que ha sonado es Thomas Christiansen, hoy poco recordado pero que en su día tuvo una gran fama en España.
Y es que él es uno de los pocos futbolistas que puede presumir de haber jugado con la selección española sin haber disputado aún un solo minuto en Primera División. Christiansen nació en Dinamarca, pero su madre era española.
De pequeño hizo una prueba para entrar en el Real Madrid y el conjunto blanco le ofreció enrolarse en sus categorías inferiores. Sin embargo, a su familia no le gustó la idea de que tuviera que irse tan joven de Dinamarca y finalmente decidió rechazar la propuesta.
Pese a ello, Christiansen siguió jugando al fútbol y años más tarde el tren para unirse a un equipo importante volvió a pasar delante suya. En este caso era el Barcelona, que tras haberle visto en un par de partido le propuso que se uniera a su segundo equipo, cosa que esta vez si aceptó.

Una vez ya asentado en el filial comenzó a despuntar en la Segunda Division haciendo 14 goles en una vuelta, algo que provocó que su nombre comenzara a aparecer en la prensa.
De hecho, Javier Clemente, seleccionador español de la época, ni corto ni perezoso, decidió convocarle para un amistoso en enero de 1993 pese a que no había jugado aún en Primera. Sobre todo, para asegurarse que aquella estrella en ciernes jugara con España y no con Dinamarca.
Un mes más tarde lo decidió convocar para un partido clasificatorio para el Mundial de 1994 y debutó en partido oficial. Lo hizo con tanta suerte que a los dos minutos de estar en el terreno de juego marcó un gol de tacón. Su popularidad aumentó considerablemente y los medios pedían a Cruyff que le diera una oportunidad en el primer equipo.
Sin embargo, éste sólo le dio unos minutos en la Supercopa de Europa, algo insuficiente para mostrar su valía. Después inició un largo peregrinaje de cesiones en los que no brilló como prometía. Una vez ya desvinculado del Barça y cuando parecía que su estrella se había apagado, volvió a resurgir.
La Bundesliga llamó a su puerta de la mano del Bochum y el aprovechó su oportunidad llegando incluso a ser Pichichi del torneo y provocando que el Hannover 96 pagara 2,5 millones de euros cuando ya había sobrepasado los 30 años. Allí colgó las botas después de estar muy castigado por las lesiones aunque con una de las historias más curiosas del fútbol a sus espaldas.