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La prórroga y el falso 9 de Guardiola vuelven a matar el sueño de Sabella

julio 14, 2014 Deja un comentario

SabellaEl fútbol a lo largo de toda sus historia tiene deudas con muchas personas. Una de ellas es Alejandro Sabella, que este domingo vio como se le escapaba en la prórroga la oportunidad de inscribir su nombre y el de Argentina como campeones en la historia de los mundiales. Algo bastante similar a lo que le pasó en 2009 en el Mundial de Clubes, cuando en el tiempo añadido también se esfumó su sueño de ser el mejor del mundo.

El destino parece que quiere ser cruel con el técnico argentino, que, tanto a nivel de clubes como de selecciones, ha rozado el Mundial. La manera en la que se le escapó a Estudiantes de la Plata el Mundialito de clubes fue muy similar a la que Alemania le ha quitado ahora a Argentina la copa de las copas.

Estudiantes, al igual que le pasó a la selección albiceleste en Maracaná, llegó a la final sin el cartel de gran favorito para ganar el título. Éste lo tenía el Barcelona de Pep Guardiola, que con un fútbol espectacular había logrado conquistar todos los trofeos que había disputado hasta la fecha. Tanto que muchos pensaron que el Barça no iba a tener muchos problemas en derrotar al conjunto de Sabella. Craso error.

El técnico argentino demostró tener muy estudiado a su rival y tejió una tela de araña en la que los culés se sintieron muy incómodos. Tanto que, antes del descanso, Boselli logró dar la gran campanada y adelantó a Estudiantes. En la segunda mitad, el Barcelona, fruto del gran planteamiento defensivo de Sabella, dominó pero generó pocas oportunidades de gol. Agonizaba el partido y parecía que la gesta de Estudiantes de tumbar al Barça era casi un hecho. Sólo casi, ya que los de Sabella acabaron ahogados en la orilla.

En el minuto 88, Pedro se disfrazó de Iniesta en Stamford Bridge y empató el partido. Ya en la prórroga, Leo Messi hizo añicos los sueños de Sabella de ser campeón del mundo a nivel de clubes con un nuevo tanto que dejó el definitivo 2-1 en el marcador. El Barça alzó su sexto título del año mientras el técnico aún sentía que había tenido el trofeo en sus manos.

La derrota en la final de Maracaná no ha sido tan cruel como la de Estudiantes, pero sí más dolorosa para Sabella. El entrenador sudamericano cogió la selección albiceleste en 2011. Se encontró a un equipo hundido, al que le había podido la presión de jugar en casa la Copa América. En el torneo, en el que desplegaron un mal juego, cayeron contra Uruguay en los penaltis en los cuartos de final. A eso había que añadir que los hinchas casi repudiaban a su equipo debido a que no aprovecharon el hecho de que jugaban como locales.

Sabella dio la mano al equipo y logró levantarle hasta clasificarle para el Mundial. Durante la Copa del Mundo, las críticas le llovieron al técnico llegándole a acusar hasta de no ser más que un interlocutor de Leo Messi. Sabella hizo casi omiso y logró fortalecer el que había sido el punto débil de Argentina en las eliminatorias: la defensa.

Además, demostró ser un técnico que sabe adaptarse a las necesidades del equipo y no hacer que éste se adapte a las suyas propias. Un ejemplo es que comenzó el torneo con un esquema de 5-3-2 y lo acabó con un 4-4-2. Sin dar un grito o una palabra de más, logró meter a Argentina en la final del Mundial 24 años después.

Al igual que sucedió en el Mundialito de Clubes con Estudiantes, no llegó como favorito a la final. Sin embargo, un buen estudio del rival unido a un gran planteamiento le hizo tener grandes opciones de ganar en los 90 minutos. Higuaín, Messi y compañía no aprovecharon las claras ocasiones de las que dispusieron y, nuevamente, su sueño se acabó en la prórroga. En esta ocasión Götze fue su verdugo.

Alemania aprovechó la versatilidad del jugador del Bayern para que diera la puntilla a Argentina jugando de falso nueve. La misma posición que le descubrió Guardiola esta temporada. El mismo puesto que Pep también descubrió para Messi, su verdugo en la prórroga del Mundialito de Clubes.

El Barça y la conquista del mundo: Abu Dabi 2009

diciembre 14, 2011 Deja un comentario

Después de recordar Tokyo 1992 y Yokohama 2006, hoy toca poner fin a este serial hablando de la última vez que el Barcelona luchó por proclamarse Campeón del Mundo: Abu Dabi 2009, una cita en la que el Barça, al fin, logró ponerse la corona como rey intercontinental.

El conjunto azulgrana llegó a la cita, que dicho sea de paso era la primera vez que se disputaba en los Emiratos Árabes Unidos, tras haber levantado en Roma su tercera Copa de Europa después de haber derrotado en la final al Manchester United por dos a cero. Aquel partido elevó a los azulgrana al Olimpo de los más grandes de la historia, pues además de la “Orejona” también habían conquistado la Liga y la Copa del Rey.

Por suerte para los hinchas del equipo catalán la flor de este equipo no se marchitó tras acabar la temporada 2008 y 2009, algo que demostraron conquistando en el inicio de la siguiente la Supercopa de España y la de Europa. Estos triunfos provocaron que en Abu Dabi se pudiera dar una circunstancia única en la historia, pues si lograban levantar el Mundialito de Clubes serían el primer equipo que ganar seis copas en un mismo año.

El primer paso para lograr este hito era derrotar en las semifinales del torneo al Atalante mexicano.  En el conjunto azteca jugaba Santiago Solari, ex jugador del Real Madrid e Inter entre otros, quien pese a que el Barça partiera como favorito para el partido señaló que ellos iban a luchar lo indecible por lograr la machada: “Yo prefiero morir con la flecha clavada en el pecho que no en la espalda”. No se tiró un farol el argentino, pues el Atalante puso en muchos más apuros de los esperados a los culés. Se adelantaron pronto en el marcador y Busquets logró llevar las tablas al luminoso antes del descanso. Lo pasaron tan mal que Josep Guardiola se vio obligado a echar mano en la segunda parte de Leo Messi, que no había jugado el partido de titular porque acaba de salir de una lesión.

Nada más saltó el argentino al campo marcó el gol que daba ventaja al Barcelona para que, ya concluyendo el encuentro, Pedro hiciera el definitivo uno a tres. No fue un tanto cualquiera el del canario, pues el canterano al marcar se convirtió en el primer jugador en la historia que lograba marcar en un mismo año en seis torneos oficiales diferentes. No fue ésta, sin embargo, la única gran estadística que dejó la semifinal, pues en ella Xavi cumplió 500 partidos oficiales defendiendo la zamarra azulgrana.

Para la final el rival era el esperado: el Estudiantes argentino, que se había deshecho en las semifinales del Pohang Steelers coreano por un ajustado uno a dos. La gran figura de aquel equipo era Juan Sebastián Verón, que ya advirtió en la previa que no se quería marchar de vacío de Abu Dabi: “No vamos a discutir precio ni calidad, pero sí podemos competir en sueños”. No le faltaba razón, pues al Barcelona le costó meterse en la dinámica del partido y Boselli logró adelantar a Estudiantes poco antes del descanso con un gol al límite del fuera de juego.

Ya en la segunda mitad Guardiola movió el banquillo y el Barça volvió a ser el Barça de las cinco copas y comenzó a coleccionar ocasiones. Sin embargo, pasaban los minutos y no lograba transformar ninguna de ellas. Tanto que comenzaron a sobrevolar los fantasmas de fracaso de Tokyo 1992 y Yokohama 2006. Justo en el momento que parecía que el Barcelona iba a volver a besar la lona en el Mundialito Pedro se disfrazó de Iniesta en Stamford Bridge y logró llevar el empate al marcador en el minuto 88.

Ya en la prórroga, Messi apareció justo cuando más se le esperaba y más se le necesitaba para empujar con el pecho, algunos románticos dicen que con el corazón, el balón a la red y hacer así el definitivo dos a uno. Con este triunfo el Barça hizo historia y, por ello, no es de extrañar que Guardiola no evitara ponerse a llorar una vez acabó el partido. Él, perdedor en 1992, sabía perfectamente lo que costaba ganar ese título y ya había avisado a sus jugadores antes de la final de la importancia del mismo: “Si perdéis seguiréis siendo los mejores; si ganáis seréis eternos”. Se puede decir más alto pero no más claro.

Bazurco, el cura de los botines benditos

marzo 29, 2010 6 comentarios

A lo largo de la historia, el fútbol ecuatoriano se ha llevado pocas alegrías a nivel internacional. Sin embargo, poco a poco sus equipos van adquiriendo más notoriedad en Sudamérica. Un ejemplo de ello fue el triunfo de la Liga de Quito en la Copa Libertadores de 2008. La primera vez que los ecuatorianos se dieron cuenta de que podían hacer grandes cosas fuera de sus fronteras fue en 1971, gracias a la Hazaña de la Plata. En ella, el cura español Juan Manuel Bazurco les enseñó el camino del éxito y, por ello, fue bautizado como “el cura de los botines de oro”.

Bazurco nació en San Sebastián y, pese a su labor de sacerdote, nunca dejó de lado una de sus grandes pasiones: el fútbol. De hecho, cuando en 1969 se marchó de misionero a Ecuador siguió matando el gusanillo del balompié jugando en un equipo local: el Club Deportivo San Camilo. Sus actuaciones en este pequeño conjunto fueron tan buenas que  Liga Deportiva Universitaria de Portoviejo, de la primera división ecuatoriana, se fijó en él y le hizo una propuesta para que se incorporara a su escuadra.

Después de convencer a diversas autoridades eclesiásticas fichó por el equipo de Portoviejo con una única condición: no dejar de lado sus responsabilidades con el sacerdocio. “Si en el púlpito es bueno, en el área es mejor”, señalaban los aficionados. De hecho, Bazurco siguió sorprendiendo en Portoviejo con sus habilidades con los pies y el Barcelona de Guayaquil, uno de los grandes de Ecuador, se fijó en él para reforzar su equipo campeón.

El fichar por el Barcelona implicaba el cambiar de ciudad, algo que estuvo a un paso de llevar al traste su contratación. Sin embargo, Bazurco, finalmente, aceptó la propuesta y recaló en el equipo amarillo. El cura nuevamente puso una condición: los días en los que tuviera catequesis no jugaría. El Barcelona armó un equipo importante para intentar algo que parecía imposible: hacer algo grande en la Copa Libertadores.

Sin embargo, el sueño comenzó a convertirse en una realidad conforme la competición fue avanzando y el Barcelona eliminando equipos. Pese a ello, el destino les guardaba un gran reto: intentar eliminar en semifinales a Estudiantes. Los argentinos parecían imbatibles, no en vano venían de ganar durante tres años consecutivos la Copa Libertadores. Por ello, en la ida de la eliminatoria, en Ecuador, se cumplió la lógica y los rojiblancos se impusieron 0-1.

Parecía algo imposible derrocar en su propia cancha a los tricampeones, pero Otto Vieira, técnico de Barcelona, se guardaba un as bajo la manga: Bazurco. El cura español apenas había contado para el entrenador durante toda la temporada, pero Vieira confiaba en el goleador español. Sin embargo, había una dificultad más: aquel día Bazurco tenía que dar catequesis y, en un principio, rechazó viajar a Argentina.

Aunque, finalmente, se le convenció y estuvo disponible para el partido que se iba a disputar el 29 de abril de 1971. Una decisión que, sin duda, marcó el partido. Y es que, en el minuto 57 del encuentro ocurrió el milagro: Spencer centró desde la izquierda al corazón del área, donde llegó Bazurco para batir a Gabriel Flores con un soberbio derechazo que dio el pase a la final a Barcelona. “Benditos sean los botines del padre Bazurko”, señaló Arístides Castro, comentarista de Radio Atalaya.

“Pasarán muchos años. El hombre llegará no sólo a la Luna sino también a otros planetas, pero los aficionados ecuatorianos se acordarán siempre de la noche en que Barcelona le ganó a Estudiantes”, indicaba un periódico ecuatoriano al día siguiente. Y es que, pese a que sólo se enfundó en ocho ocasiones la camiseta de Barcelona, el padre Bazurco pasó a la historia por hacer posible con sus “botines de oro” la hazaña de la plata.