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Buffon, el delantero que se transformó en portero
Gianluigi Buffon está considerado actualmente como uno de los mejores porteros de toda la historia. El guardameta fue clave para que Italia fuera campeona del mundo en 2006 y en los muchos títulos que ha conquistado tanto en el Parma como en la Juventus. Sin embargo, lo que pocos conocen es que Buffon llegó a la portería por casualidad.
Y es que Gigi, apodo con el que le bautizaron sus más allegados por las orejas que tiene y su semejanza con las del personaje Topo Gigio, comenzó jugando de delantero centro. En la U.S.D.Canaletto Sepor y en la Perticata, los primeros equipos en los que estuvo, le pusieron en esa posición al entender que debido a su gran estatura era el sitio que mejor se adaptaba a él.
No lo debió hacer mal como ariete, ya que el Parma una vez que le vio decidió echarle la red y lo reclutó para su equipo juvenil. Sin embargo, los inicios en el club parmesano no fueron sencillos para Buffon. Al técnico del equipo no le acababa de convencer el actual futbolista de la Juventus y por eso era habitual verle en el banquillo. Sin embargo, Gigi no sabía que eso le iba a abrir la puerta a la mayor oportunidad de su vida.
El portero titular del equipo juvenil del Parma se lesionó y, como el suplente también se encontraba de baja, el técnico del equipo tuvo que improvisar un nuevo guardameta. Por eso se dirigió a los suplentes y finalmente optó porque Buffon ejerciera de portero de emergencia. El entrenador escogió a Gigi por su altura, ya que pensó que así blocaría mejor los balones colgados de los rivales.
La respuesta de Buffon fue tan buena en la portería que en dos semanas ya era indiscutible bajo los palos pese a que el titular ya se había recuperado de su lesión. De hecho, las actuaciones del meta italiano fueron tan buenas que el Parma se apresuró a blindarle el contrato por miedo a que algún otro conjunto les robara a su diamante en bruto.
La portería cambió a Buffon, ya que hasta cambió de ídolos. Pasó de tener como referencia a Lothar Matthäus a ser un ferviente admirador del portero camerunés Thomás N’Kono. Gigi ha admitido que quedó prendado de él al verle en el Mundial de Italia 90. Reconoce, incluso, que la primera vez que lloró por culpa del fútbol fue cuando la Camerún de N’Kono cayó eliminada del Mundial del 90.
La cosa no se queda ahí, ya que Buffon pidió a N’Kono poder participar en su partido homenaje y el hijo del guardameta transalpino tiene Thomas como segundo nombre en honor al ídolo de su padre. ¿Qué habría sido de Buffon de no haberse lesionado aquel portero del equipo juvenil del Parma? Nunca lo sabremos, pero al menos nos ha permitido disfrutar de uno de los mejores guardametas de siempre.
Italia y la maldición del segundo partido en un Mundial
Italia ha sido uno de los países que mejores sensaciones ha dejado en la primera jornada del Mundial. En la segunda jornada, este próximo viernes, podría certificar su pase a octavos de final si gana a Costa Rica….y acaba con el gafe que le persigue en el segundo partido de un Mundial.
Y es que para ver una victoria de los italianos en la segunda fecha de la Copa del Mundo hay que remontarse hasta el 17 de junio de 1998, cuando los azzurri derrotaron a Camerún por 3-0 en Montpellier gracias a un doblete de Vieri y un tanto de Di Biaggio. Desde entonces esta jornada del campeonato siempre se les atraganta.
El gafe comenzó en el Mundial de 2002. Tras imponerse por 2-0 a Ecuador en la primera jornada, el equipo dirigido entonces por Giovanni Trapattoni afrontó con mucha confianza su duelo contra Croacia. Las cosas comenzaron genial para los transalpinos, que se adelantaron en el marcador gracias a un gol de Vieri. Sin embargo, Croacia, que de perder quedaba eliminada, le dio la vuelta al electrónico en tres minutos locos para establecer el definitivo 1-2.
En el Mundial de 2006 siguió la mala racha en el segundo partido. Italia llegó a éste tras haberse impuesto por 2-0 a Ghana en su partido inaugural, pero contra Estados Unidos no pudo seguir con su racha de triunfos. Nuevamente, los italianos se adelantaron en el marcador. Gilardino hizo el 1-0 a los 22 minutos, pero poco después Zaccardo en propia estableció el definitivo 1-1 final. Ni jugando toda la segunda parte con uno más pudieron ganar aquel partido.
El último antecedente del gafe italiano en la segunda jornada se dio en el Mundial de Sudáfrica. Italia llegó a esta fecha con la obligación de ganar tras haber empatado a uno con Paraguay en el partido inaugural. Nueva Zelanda iba a ser su rival. A priori, parecía un oponente sencillo. Sólo a priori. Y es que los italianos dieron una de las sorpresas del torneo al no ser capaces de pasar del empate a uno contra el país de Oceanía. Los transalpinos culminaron su mala racha quedando eliminados en la primera fase, algo que no sucedió ni en 2002 ni en 2006.
¿Seguirá Costa Rica con el gafe?
Campeones del mundo en paro


El drama de Prandelli
La vida no ha sido un camino de rosas para Cesare Prandelli, el seleccionador de Italia. Más bien todo lo contrario. Ha sido una travesía que siempre le ha presentado la peor de sus caras y la mayor de sus dificultades. Sin embargo, él lo ha sabido asumir siempre con entereza y valentía para poder salir adelante.
El primer golpe duro que se llevó fue a los 16 años, cuando murió su padre. Pese a ello, supo reponerse y levantarse para lograr su sueño: ser futbolista. Lo consiguió, pero la mala suerte siguió acompañándole. Sin ir más lejos, cuando jugaba en la Juventus de Turín no pudo disfrutar de la única Copa de Europa que ganó como jugador, ya que se produjo en medio de la tragedia de Heysel, una de las más dramáticas de la historia del deporte porque murieron 39 personas.
Una lesión de rodilla a los 32 años le hizo colgar las botas antes de lo que él hubiera imaginado, por ello decidió reinventarse como entrenador. Con mucho trabajo y esfuerzo logró entrenar en la Primera División. Su primera oportunidad en un equipo de relativo nivel fue el Parma. Sin embargo, al poco de su llegada se produjo la caída del grupo Parmalat, que era el sustento económico de la entidad y el club entró en una gran crisis.
Sin embargo, Prandelli supo sacar adelante al equipo y la Roma le contrató para la temporada 2004/2005. Era el reto más importante de su carrera, ya que el conjunto capitalino era el subcampeón del campeonato. Pese a ello, a los pocos meses tuvo que dimitir porque a su esposa le detectaron un cáncer de pecho y decidió dedicarle todo su tiempo a ella, que lamentablemente falleció años más tarde.
Aun así, el fútbol le ha quiso dar una nueva oportunidad y en 2005 cogió las riendas de la Fiorentina. En Florencia la suerte volvió a jugarle una nueva pasada. En 2008 alcazó con el equipo ‘viola’ las semifinales de la Copa de la UEFA, en las que se enfrentó al Glasgow Rangers escocés. Pese a que los italianos fueron superiores en toda la eliminatoria, cayeron eliminados en los penaltis. Prandelli, en un gran gesto, obligó al final de los mismos que sus jugadores hicieran pasillo al Rangers.
Sus cualidades no pasaron desapercibidas para la Federación Italiana de Fútbol, que le nombró seleccionador en 2010. Después de la difícil tarea de reconstruir un equipo que estaba hundido tras el fracaso del Mundial de Sudáfrica, la vida le ha vuelto a poner una nueva piedra en el camino: la trama de las apuestas que ha estallado en Italia ha alterado la concentración para la Eurocopa y se ha cobrado una víctima, Criscito. Ahora le toca a Prandelli tratar de volver a salir adelante.
La supervivencia de la Juve: el origen del Torino
Hoy en día, el Torino es uno de los clubes más queridos de toda Italia. Parte de ello, aunque suene contradictorio, es por el gafe que históricamente ha acompañado a este equipo. Aun así, hoy no podríamos hablar de la mala suerte del Toro si no llega a ser por la Juventus, su eterno rival. Y es que de no ser por un ex dirigente de la Vecchia Signora hoy Torino seguramente no sería más que el nombre de una ciudad, en lugar de una histórica escuadra.
En 1906, Alfred Dick era el presidente de la Juventus. Sin embargo, hacía tiempo que andaba dando vueltas a una idea: trasladar a la Vecchia Signora a otro país y ponerle el nombre de Jugend Fussballverein. Esto no gustó nada al resto de dirigentes de la Juve, que inmediatamente se unieron para echar de la entidad a Dick, pese a que ello conllevara que se iban a quedar sin campo en el que jugar.
Así el tres de diciembre de 1906 nace el Footbal Club Torino después de que varios ex directivos acompañaran a Dick en su marcha de la Juve y se fusionaran con el Football Club Torinese. El acto tuvo lugar en la cervecería Voigt, en la Via Pietro Micca. El primer presidente del club fue el suizo Hans Schoenbrod y los colores que lucía la camiseta del equipo eran unas franjas negras y amarillas. La razón de esto es que había heredado los colores del Torinese.
Sin embargo, más tarde dejó atrás esa indumentaria y pasó a jugar de morado. El por qué de ello nunca se ha sabido de manera clara, pero hay dos teorías. La primera dice que el club comenzó a vestir así porque Alfred Dick, suizo de nacimiento, era hincha del Servette, equipo que lucía el morado en su indumentaria, y pensó que ésta era una buena manera para homenajear al equipo de sus amores. La segunda teoría dice que el morado era el color de la insignia de la Brigada Savoia que en 1706 liberó a Turín de la dominación francesa.
Sea como fuere, el Torino jugó su primer partido el 16 de diciembre contra el Pro Vercelli en un encuentro que ganó 3-1. El primer derbi contra la Juventus se disputó un año más tarde, un partido que de haber dejado de existir la Vechia Signora jamás se habría jugado.
Los orígenes del catenaccio
En el fútbol no hay nada más aburrido que cuando un marcador bosteza por partida doble porque el 0-0 inicial no se mueve. Uno de los culpables de esta lacra es el catenaccio, una táctica ultra defensiva. Sin embargo, todos consideran que los orígenes de ésta se encuentran en Italia. Se equivocan, están en Austria. Concretamente en la mente de Karl Rappan.
Rappan nació en Viena, pero su salto a los banquillos los dio en Suiza, cuando en 1931 fue fichado por el Servette. Posteriormente dirigió al Grasshopper, también del país helvético, hasta que en 1937 se convirtió en seleccionador de Suiza. Desde la Federación el objetivo que le encomendaron fue clasificar al equipo para el Mundial de Francia, que se iba a jugar un año más tarde, y, una vez allí, realizar un buen papel.
La primera parte de la misión la cumplió después de dejar en la cuneta a Portugal. Sin embargo, las cosas se complicaron una vez ya en la Copa del Mundo, pues a los helvéticos les tocó en la primera fase jugar contra la Alemania nazi. Un equipo que si ya de por sí era muy fuerte, se había “reforzado” con la incorporación de algunos jugadores austriacos que formaron parte del ‘wunderteam’. En aquella época, no había fases de grupos como ahora, por lo que una derrota te envía a casa.
Por ello, Rappan se comió la cabeza pensando cómo contrarrestar a un equipo tan fuerte como el germano con una plantilla muy inferior como era la suya. Tras darle muchas vueltas le vino a la cabeza un sistema de cadena que le había dado muy buenos resultados en la liga suiza. Era una especie de 3-5-2. Los puntos clave de la táctica, y los que más sorprendieron, fueron el líbero y el jugador que Rappan situó detrás de la defensa para salvaguardar las espaldas de ésta. Además, los extremos tenían toda la banda para ellos y jugaban muy abiertos.
Karl logró su objetivo, pues el 4 de junio de 1938 la débil Suiza logró el milagro en el Parque de los Príncipes y empató a uno ante la todopoderosa Alemania. Nadie se lo creía. Sin embargo, lo mejor aún estaba por llegar, ya que en el partido de desempate los helvéticos ganaron por 4-2. Aunque el sueño de toda cenicienta tiene su final y el de Suiza llegó en los cuartos de final del torneo, donde fueron derrotados por 2-0 por Hungría. Aun así los jugadores de Rappan fueron considerados como héroes y el técnico fue nombrado ciudadano suizo ‘ad honorem’.
La táctica de Karl tuvo gran calado en Europa, especialmente en Italia. Allí quien la popularizó de manera definitiva fue Nereo Rocco, un entrenador que utilizando el catenaccio (cerrojo en castellano) logró que el modesto Triestina, un modesto, acabara como subcampeón de la Serie A en el 48, un logro que aún hoy no ha igualado. Este éxito propició que Rocco fichara por el Milan, donde introduciendo algunas novedades en el libreto de Rappan, ganó la liga y la Copa de Europa.
Otro de los hechos que provocaron que Italia enarbolara como suya la bandera del catenaccio fue la tragedia de Superga, en la que fallecieron varios jugadores del Grande Torino y cuyos futbolistas formaban la base de la selección transalpina. Ante la ausencia de jugadores talentosos apostaron por utilizar un sistema defensivo en el que primaban los marcajes al hombre y las llamadas «faltas tácticas».
Por ello, hoy en día se piensa que el origen del fútbol defensivo está en Italia. Sin embargo, sucede como con el origen del fútbol, que lo inventaron los ingleses y los perfeccionaron los brasileños. En este caso lo ideó un austriaco para que los italianos lo encumbraran a la categoría de arte y los amantes de los goles lo sufriéramos para siempre.
The Special Two
José Mourinho es uno de los técnicos más aclamados de la actualidad. Sus métodos le han llevado a la cima tras partir desde cero. Por ello, no son pocos los que intentan imitar al portugués. Por esta razón, resulta llamativo que el único que haya recibido el calificativo de “El nuevo Mou” quiera quitarse esta etiqueta. Se trata de Andre Villas-Boas, el actual entrenador del Oporto.
La verdad es que las comparaciones entre “The Special One” y Villas-Boas es imposible que no se hagan. Sobre todo teniendo en cuenta sus inicios, ya que ambos dieron sus primeros pasos en el fútbol de la mano de Sir Bobby Robson. La manera en la que Andre conoció al legendario técnico británico es, cuando menos, curiosa. El luso era nieto de Margaret Neville Kendall, una noble británica que le enseñó a hablar inglés y que vivía en el mismo edificio que Robson. Un día, Villas-Boas, ni cortó ni perezoso, le dejó a Bobby una nota en el correo en la que le explicaba como utilizar mejor a Domingos, actual técnico del Braga que entonces jugaba en el Oporto. El británico quedó impresionado y se citó en un café con André para conocerle en persona. A la cita el portugués llegó con una gran pila de hojas en la que tenía informes detallados de jugadores y equipos. Robson al verlo no se lo pensó, tenía que hacerle un contrato. De esta manera le contrató como ojeador, pese a que era menor de edad.
Allí fue donde Villas-Boas conoció a Mourinho. Sin embargo, no estuvieron mucho tiempo juntos, ya que, poco después de incorporarse al organigrama técnico, Mou hizo las maletas rumbo a Barcelona junto con Robson. Pese a ello, André tenía claro que quería seguir ligado al mundo del fútbol, se sacó el título de entrenador y prosiguió con sus estudios en Escocia, tal y como había hecho Mourinho anteriormente.
A los 22 años fue designado seleccionador de las Islas Vírgenes, con quien disputó varios partidos clasificatorios para el Mundial de 2002. Sin embargo, su aventura acabó tras perder por 0-9 contra las Islas Bermudas, tras lo que fue cesado. En más de una ocasión, André ha comentado que en las Islas Vírgenes sólo supieron su edad cuando se marchó. De vuelta a Portugal, el destino del joven se cruzó de nuevo con el de Mourinho, quien se acordó de él cuando se hizo con las riendas del Oporto. A partir de entonces, Villas-Boas siguió, como miembro de su cuerpo técnico, a Mou allá por donde fue éste: en Portugal con el Oporto, en Inglaterra con el Chelsea y en Italia con el Inter.
Así fue hasta que André decidió volar solo y aceptó en otoño de 2009 una oferta de la Académica de Coimbra. Cogió a un equipo hundido y logró salvarlo de manera cómoda. Tanto que la Académica acabó el curso en la zona templada de la tabla, en la 11ª posición. Su trabajo no pasó desapercibido. Por ello, el Sporting de Lisboa se interesó en él. Aunque fue el Oporto quien finalmente le encargó liderar su proyecto 2010-2011. Pese a que al principio había un poco de escepticismo, Villas-Boas logró disipar dudas en pocas semanas.
Villas-Boas se ha convertido en el técnico que más partidos ha logrado acabar invicto en su país. El Oporto destaca por su buen trato del balón. De hecho, hay quien opina que son un sucedáneo del Barça. Sin embargo, a André no le gustan las comparaciones: “El Barcelona tiene su estilo y nosotros el nuestro. No queremos imitar a ninguno. El Barça ha rayado la perfección. El fútbol portugués tiene una cultura de excelencia técnica. Nos basamos en la defensa o el contacto físico. Nuestro principio es la libertad para crear”.
Villas-Boas suele emplear un 4-3-3, aunque su sistema nos es para nada rígido, ya que puede variar a un 4-5-1, 4-3-1-2, 4-4-2 o 4-1-4-1. Le gusta jugar con un hombre delante de la defensa y que los futbolistas de ataque se intercambien de posición. Por ello, su juego es más dinámico que el de los equipos de Mourinho. Jorge Jesús, técnico del Benfica ha dicho que si no fuera por los penalties que le pitan a favor al Oporto estos últimos no les sacarían a los encarnados. “A ellos les divierte hablar de nuestros penaltís, por eso nosotros nos dejamos hacer alguno, para que se entretegan”, ha contestado André al más puro estilo Mou. Tiene su propio libro de estilo, pero no cabe duda que el entrenador del Real Madrid ha sido su referente. Por algo le han llamado The Special Two.
Filippo Inzaghi, el rey europeo del gol
Hablar de Filippo Inzagui es sinónimo de hacerlo de gol. Los dos tantos que marcó contra el Real Madrid en la Liga de Campeones sirvieron para que Supper Pippo, como le apodan en Italia, llamara a las puertas de la historia. Superó a Torpedo Muller y se convirtió, junto con el exmadridista Raúl, en el máximo goleador de las competiciones europeas.
Y es que Pippo pertenece a una estirpe de jugadores de la que ya pocos quedan, a la de aquellos que todo el mundo mira de reojo cuando el marcador no hace más que bostezar. Inzaghi ya no es aquel joven que marcó en 1995 su primer gol en la Serie A con el Parma de Nevio Scala y Hristo Stoichkov. Sin embargo, mantiene intacta su buena relación con el gol, al que tiene siempre entre ceja y ceja. Algo que, aunque parezca increíble, alguna vez le han recriminado. “Prefiere hacer tres goles y perder cuatro a tres, que no hacer goles y ganar uno a cero”, dijo sobre él en una ocasión el díscolo Paolo di Canio.
Además de para convertirse en el máximo goleador en competiciones europeas, los dos goles contra el Real Madrid sirvieron a Filippo para superar a Shevchenko como máximo cañonero del Milan en partidos internacionales y dejar atrás a Van Basten en el ránking de goles histórico del conjunto lombardo. Y es que aquella noche contra los blancos fue mágica para el nueve de los rossoneri. Además de obligar a José Mourinho a tragarse las ganas de colgarse la medalla del primer triunfo merengue en San Siro, volvió a recordar Atenas 2007.
Allí, en tierras griegas, Inzagui, convertido en filósofo del gol, cambió las lágrimas que todos los milanistas derramaron dos años antes en Estambul por alegría y gloria. La remontada del Liverpool de 2005 ya no fue más que un mal sueño que Filippo se encargó en esfumar con sus goles. El próximo reto de Inzagui es alcanzar a Roberto Baggio como tercer goleador histórico italiano. Un gol le falta para alcanzarlo.
Sin embargo, éste lo mismo lo consigue con una camiseta distinta a la del Milan. Ibrahimovic, Pato, Robinho y Ronaldinho le relegan a un segundo plano en el que a él no le gusta estar. Es cierto que ya tiene 37 años, que no tiene una excesiva velocidad y que no puede presumir de tener una gran habilidad con el balón en los pies. Aun así los 315 tantos que ha marcado en su carrera vienen a demostrar que su matrimonio con el gol sigue intacto y el banquillo no es lugar para el rey de la máxima esencia en el fútbol. Por algo Mourinho antes de enfrentarse al Milan respiraba aliviado al saber que Pippo de entrada no iba a estar en el terreno de juego.
D´Agostino, ¿cuándo la realidad supera a la ficción?
La realidad en muchos casos supera a la ficción. Parece una frase hecha pero lamentablemente no lo es. Y es que en muchas situaciones de la vida escenas que sólo vemos en películas se convierten en hechos de lo más cotidiano. Un ejemplo lo tenemos en Italia. En ocasiones, a la hora de hablar del país con forma de bota se nos vienen a la cabeza filmes sobre la mafia y el entramado de la Cosa Nostra. Lo que muchos no saben es que las aventuras de los hombres que visten de Armani y no dudan en desenfundar su pistola no sólo se viven en la gran pantalla, sino que también en algunos campos de fútbol.
Un ejemplo de ello es el jugador de la Fiorentina Gaetano D’Agostino. Un buen jugador que, quizás, no ha podido dar el salto definitivo por llevar encima una losa que no se va a poder quitar nunca: ser hijo de mafioso. Y es que el centrocampista es hijo de Giuseppe D’Agostino, un ex capo de la mafia siciliana que, tras su detención, decidió colaborar con la fiscalía antimafia italiana. Y como les ocurre a los arrepentidos, o chivatos, según se mire, sobre él pesa una condena a muerte por traición que la Cosa Nostra extiende a toda la familia.
El padre del futbolista fue detenido en marzo del 2006 tras haber permanecido diez años en busca y captura y haber llegado a ser uno de los treinta criminales más buscados de Italia. La vida de Gaetano, y por ende su trayectoria profesional, no ha sido fácil por este motivo. D’Agostino se vio obligado a dejar Sicilia en 2006 por motivos de seguridad y por ello puso rumbo a Udine. En Friulli se convirtió en jugador importante, de los que hay que tener en cuenta.
De hecho, clubes como el Real Madrid o la Juventus tuvieron un tiempo su nombre subrayado en rojo en sus agendas. Sin embargo, la tara que lleva consigo Agostino de estar las 24 horas del día con vigilancia, como en una especie de burbuja, les hizo desechar su fichaje. Especialmente el conjunto turinés, quien tuvo un caso similar con Giuseppe Sculli, cuyo abuelo era el capo de la Mafia Giuseppe Morabito. Sculli coincidió durante un tiempo con Agostino en el Messina. De hecho, su Morabito fue detenido por los caravinieri cuando se encontraba en las grandas viendo un partido de su nieto.
Sculli dio el salto a la Juventus, pero nunca llegó a triunfar con los bianconeri. Siempre rodeado de seguridad, Sculli no podía mantener la concentración necesaria para jugar en un grande. Por lo que huyó del norte del país al sur en forma de cesión hasta que se le acabó el contrato con la Vechia Signora. Ahora, tras unos años malos, ha vuelto a tener dos primaveras, como dicen a los afortunados en su tierra. En el Genoa, su actual club, tiene el mismo problema que en Turín, pero en el sur Sculli puede ser Sculli.
Este verano la Fiorentina se ha arriesgado y ha fichado a D`Agostino. De él depende coger uno de los últimos trenes hacia el fútbol de altura. De momento marcó en la primera jornada. Es lo que tiene coger un tren: tienes que decidir rápidamente si te subes o te apeas, porque éste no va a volver a parar. La estación de D`Agostino está lejana pero no es imposible de alcanzar: demostrar a la mafia que no siempre la realidad supera a la ficción.
La tragedia de Superga
En la historia del fútbol siempre ha habido de todo. Desde equipos que marcaron época pero a los que el paso del tiempo enterró en el cajón del olvido hasta otros que siempre permanecerán en la memoria de los aficionados porque se han convertido en leyenda. Un claro ejemplo de esto último es el Grande Torino de los cuarenta, un mito que fue frenado por la “tragedia de Superga”.
Ferrucio Novo era un hombre que tenía una idea clara: hacer grande al Torino, una vez que el conjunto granota había ascendido a la Serie A en los años 30. Por ello, fichó para el club a Valentino Mazzola y Ezio Loik, ambos fichados al Venezia, que resultaron fundamentales para que los italianos se hicieran con el segundo Scudetto de su historia en la 42-43. Sin embargo, el inicio de la Segunda Guerra Mundial hizo que la progresión de los turineses se detuviera porque el campeonato italiano, al igual que todos los de Europa, se suspendió.
Una vez finalizada la contienda, poco a poco, todo fue el volviendo a la normalidad y el fútbol no fue una excepción. El campeonato se reanudó y el Torino consiguió cosechando éxito tras éxito, al que le valió para que le pusieran el apodo de “Grande Torino”. Los granota eran el equipo más temido en Italia, puesto que, sumando el título que conquistaron antes de la guerra, sumaban cuatro Scudetti de manera consecutiva. De hecho, diez de los once titulares de la selección italiana formaban parte de la selección Azzurra.
Sin embargo, el destino tenía preparado un fatídico final para este equipo. Los italianos fueron invitados por el Benfica para jugar un amistoso en Lisboa en memoria de José Ferreira, que se retiraba. Cuando los transalpinos se disponían a hacer el viaje de regreso a casa, el 4 de mayo de 1949, 18 futbolistas de la plantilla fallecieron después de que el avión Fiat G212CP se estrellara contra la basílica de Superga. Años después, las autoridades italianas dictaminaron que las nubes bajas, la falta de ayuda desde la radio y un error de navegación como principales factores causantes del accidente.
Uno de los que regateó en aquel momento a la muerte fue Ladislao Kubala. El delantero jugaba entonces en el Pro Patria italiano y se encontraba también en Lisboa. En principio, debía de haber regresado a Italia en el mismo avión que los fallecidos, pero su hijo enfermó y tuvo que prolongar su estancia en la capital lusa.
La tragedia de Superga conmocionó a toda Italia y al resto del mundo. De hecho, nada más conocerse la noticia, el River Plate argentino se puso en contacto con dirigentes el Torino para disputar un amistoso con el objetivo de recaudar fondos para las familias de los fallecidos. Algo que ha provocado que, en alguna ocasión, la segunda equitación del Torino haya sido blanca con una franja que cruza de arriba abajo la camiseta como la de los bonaerenses en eterno agradecimiento a su gesto.
En tanto, cuando sucedió el fatídico accidente quedaban cuatro jornadas por disputarse del campeonato y el Torino lideraba la tabla. Debido a su situación, los granota tuvieron que jugar con el equipo filial el resto de partidos. Genova, Palermo, Sampdoria y Fiorentina, adversarios suyos, decidieron solidarizarse con el club de Turín y también pusieron equipos repletos de juveniles cuando se vieron las caras con el Torino. El Toro no falló y ganó los cuatro partidos alzándose con el Scudetto.
Sin embargo, tras la tragedia de Superga son muchos los que aún hoy piensan que el Torino no ha sido capaz de reponerse del accidente. Desde entonces, el club ha dejado de pelear codo a codo con los grandes, salvo alguna excepción, como el Scudetto del 76. Por ello, los aficionados del Toro se repiten que solo tienen un consuelo: mirar al cielo y ver que el Gran Torino aún vuela. Leer más…