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Dener, el Garrincha que se quedó en el camino
Se suele decir que el fútbol es un deporte que inventó Inglaterra pero que perfeccionó Brasil. El que esta última sea una cantera inagotable de talento es buena prueba de que este dicho no está mal encaminado. Sin embargo, no siempre todos los talentos han logrado llegar al estrellato.
Una buena prueba de ello es Dener Augusto, uno de los mejores futbolistas que dio Brasil en la década de los 90 pero al que la tragedia le impidió progresar en un camino hacia el estrellato. Dener, al igual que muchos niños brasileños, tuvo una infancia difícil.
Se vio obligado a trabajar, aunque nunca renunció a su sueño: triunfar en el mundo del fútbol. Después de una mala experiencia en el Sao Paulo, a los 17 años logró reengancharse en el mundo del fútbol en la Portuguesa. Su calidad en la media punta le llevó a ser nombrado como el mejor jugador de la Copa Sao Paulo Junior que conquistó la Portuguesa.
Su buen rendimiento le hizo subir al primer equipo, donde comenzó a llamar la atención de toda Brasil con sus endiablados regates. Además, era un futbolista muy deseado por muchos clubes porque también tenía gol. «Es una mezcla del regate de Garricha con la definición de Pelé», decían los aficionados brasileños al verle jugar. Ahí es nada.
Por ello, debutó en la selección brasileña cuando contaba sólo con 20 años. Fue el 27 de marzo de 1991 contra la selección argentina. En la Portuguesa estuvo tres temporadas, donde marcó una media de doce goles por campaña. Algo que demuestra que era un jugador con mucha llegada desde la segunda línea.
En 1993 dio el salto al Gremio, donde logró el primer título de su carrera en categoría absoluta: el campeonato Gaucho. En 1994 se marchó al Vasco da Gama, uno de los clubes más grandes de Brasil, y cuando iba camino de ganar el campeonato Carioca y todos le daban como fijo para que Zagallo le incluyera entre los 23 elegidos para jugar el Mundial de 1994 la tragedia se cruzó en su camino.
A pesar de jugar en aquella época en Vasco, Dener seguía perteneciendo a la Portuguesa. Por ello, el fin de semana del 16-17 de abril viajó a Sao Paulo para reunirse con los dirigentes de este club para negociar su pase a Europa, concretamente al Stuttgart alemán.
Sin embargo, cuando Dener volvía de Sao Paulo sufrió un terrible accidente que acabó con su vida. El conductor del coche se durmió al volante y Dener, que iba de copiloto, falleció ahogado por el cinturón de seguridad después de la colisión del coche. Murió entonces un jugador y nació entonces un mito, del que, lamentablemente, en un Europa nos quedamos con las ganas de disfrutar.
Miki Roqué, el trotamundos que soñaba con jugar al fútbol
La muerte de Miki Roqué deja huérfano al fútbol de un jugador que, pese a su juventud, 23 años, ya era todo un veterano en el fútbol, ya que no le importó hacer las maletas para poder disfrutar de su sueño: ser futbolista.
Nacido el ocho de julio de 1988 en Tremp, Lleida, comenzó a dar patadas a un balón por primera vez en el modesto Algar. Allí jugaba por pura diversión, únicamente por pasar un buen rato con los amigos. Sin embargo, sus cualidades como central no pasaron desapercibidas para el Lleida, que no dudó en reclutarlo para su cantera cuando apenas tenía 14 años.
En la entidad leridana comenzó a destacar como un defensa central contundente, con buena anticipación y un buen juego aéreo. Características que provocaron que en 2005 Paco Herrera convenciera a Rafa Benitez para reclutar a aquel chico escuálido pero con mucho futuro al Liverpool. Un fichaje que conllevó muchas críticas a los ‘Reds’, ya que utilizaron el cambio de residencia para así no abonar nada al Lleida, que montó en cólera al perder al jugador.
Con el equipo inglés, el 5 de diciembre del 2006 cumplió uno de sus sueños de infancia: jugar la Liga de Campeones. Lo hizo con 17 años contra el Galatasaray, tras sustituir a Xabi Alonso. Aquel día, además, hizo historia con el club de Anfield, pues se convirtió en el jugador más joven en disputar la máxima competición continental con el equipo inglés.
A partir de entonces inició en 2007 un carrusel de cesiones que le llevaron primero al Oldham Athletic, también en Inglaterra, donde apenas tuvo oportunidades. En el verano de aquel mismo año recaló en el Xerez en busca de que su país le diera las oportunidades que le negó el fútbol británico, pero allí nunca tuvo confianza y sólo disputó un encuentro con la camiseta azulona.
En 2008 recaló a préstamo en el Cartagena, donde se asentó como titular. Sus actuaciones con el ‘efesé’ sirvieron para que el Betis le fichara en 2009, pese a que el Barcelona y el Villarreal también habían mostrado interés para reclutarle en sus equipos filiales.
En el conjunto verdiblanco alternó algunas apariciones con el primer equipo con partidos con el ‘B’ hasta que Pepe Mel decidió subirlo de manera definitiva al primer equipo en 2010. No jugó mucho con los andaluces, pero con su carácter afable se ganó a todo el vestuario verdiblanco.
Tanto que cayó como un jarro de agua fría cuando anunció el 11 de marzo de 2011 su retirada del fútbol debido a un tumor maligno en la pelvis. El mundo del fútbol se volcó entonces con él, tanto que Carles Puyol lució una camiseta con la leyenda «Ànims Miki!» cuando el Barcelona ganó en Wembley su cuarta Copa de Europa.
Todos esperaban que Roque iba a salir victorioso de ese duro partido contra el cáncer, por ello todos lloran la pérdida del joven de 23 años del que ya nunca más se olvidará el fútbol español.
El drama de Prandelli
La vida no ha sido un camino de rosas para Cesare Prandelli, el seleccionador de Italia. Más bien todo lo contrario. Ha sido una travesía que siempre le ha presentado la peor de sus caras y la mayor de sus dificultades. Sin embargo, él lo ha sabido asumir siempre con entereza y valentía para poder salir adelante.
El primer golpe duro que se llevó fue a los 16 años, cuando murió su padre. Pese a ello, supo reponerse y levantarse para lograr su sueño: ser futbolista. Lo consiguió, pero la mala suerte siguió acompañándole. Sin ir más lejos, cuando jugaba en la Juventus de Turín no pudo disfrutar de la única Copa de Europa que ganó como jugador, ya que se produjo en medio de la tragedia de Heysel, una de las más dramáticas de la historia del deporte porque murieron 39 personas.
Una lesión de rodilla a los 32 años le hizo colgar las botas antes de lo que él hubiera imaginado, por ello decidió reinventarse como entrenador. Con mucho trabajo y esfuerzo logró entrenar en la Primera División. Su primera oportunidad en un equipo de relativo nivel fue el Parma. Sin embargo, al poco de su llegada se produjo la caída del grupo Parmalat, que era el sustento económico de la entidad y el club entró en una gran crisis.
Sin embargo, Prandelli supo sacar adelante al equipo y la Roma le contrató para la temporada 2004/2005. Era el reto más importante de su carrera, ya que el conjunto capitalino era el subcampeón del campeonato. Pese a ello, a los pocos meses tuvo que dimitir porque a su esposa le detectaron un cáncer de pecho y decidió dedicarle todo su tiempo a ella, que lamentablemente falleció años más tarde.
Aun así, el fútbol le ha quiso dar una nueva oportunidad y en 2005 cogió las riendas de la Fiorentina. En Florencia la suerte volvió a jugarle una nueva pasada. En 2008 alcazó con el equipo ‘viola’ las semifinales de la Copa de la UEFA, en las que se enfrentó al Glasgow Rangers escocés. Pese a que los italianos fueron superiores en toda la eliminatoria, cayeron eliminados en los penaltis. Prandelli, en un gran gesto, obligó al final de los mismos que sus jugadores hicieran pasillo al Rangers.
Sus cualidades no pasaron desapercibidas para la Federación Italiana de Fútbol, que le nombró seleccionador en 2010. Después de la difícil tarea de reconstruir un equipo que estaba hundido tras el fracaso del Mundial de Sudáfrica, la vida le ha vuelto a poner una nueva piedra en el camino: la trama de las apuestas que ha estallado en Italia ha alterado la concentración para la Eurocopa y se ha cobrado una víctima, Criscito. Ahora le toca a Prandelli tratar de volver a salir adelante.
Varallo y el adiós a la esencia del fútbol
Al fin ya dieron comienzo todas las grandes ligas del mundo. Sin embargo, esta temporada el balón no va a rodar como antes. Falleció Francisco Varallo, el último superviviente de la final del Mundial de 1930, y con él se fue un pedazo de la historia del fútbol. Un trozo de una época que hoy añoran los más románticos: no había en juego ni dinero ni medallas, sólo hambre de gloria.
Varallo nació el cinco de enero de 1910, aunque su primera reacción con el balón, aquel que tanto le quiso durante su carrera, fue de desamor. Sus padres le regalaron uno cuando era muy pequeñito y éste se le acomodó a su pierna buena y disparó contra la pared. Lo hizo tan fuerte que reventó aquella pelota. Este hecho hizo que llorara desconsolado sin saber, inocencias de la niñez, que aquel día había comenzado a forjar una leyenda.
Y es que si algo caracterizó a Varallo fue la potencia con la que disparaba. Por esto recibió el apodo de cañoncito. Francisco dio sus primeros pasos en el club 12 de octubre, de su querido barrio de Los Hornos. Sin embargo, éste pronto se le quedó pequeño y de ahí pasó a Gimnasia, donde ayudó a que los lobos lograran el primer y único título que tienen hasta la fecha. En 1930, Mario Sureda, delegado de Gimnasia, confió en él y lo propuso ante los miembros de la Federación, que eran quienes por entonces elegían a los jugadores, para que disputara el Mundial del mismo año. Así finalmente fue incluido en el equipo que viajó a la otra orilla del Río de la Plata.
Un golpe del chileno Subiabre provocó que llegara entre algodones a la final del Mundial. La albiceleste le forzó a jugar, desaconsejando los consejos de los médicos, y el resultado fue que Varallo, que apenas podía andar, se tuvo que retirar casi de inmediato. Sin embargo, con apenas 20 años que tenía entonces su estrella comenzó a emerger.
Tras el Mundial jugó en Velez y Boca Juniors. En ambos tuvo un papel destacado. Sobre todo con los Xeneices, con los que consiguió realizar 181 goles. Una cifra récord que hace poco fue superada por Martín Palermo. Aun así, el mundo del fútbol le está agradecido. Cuentan que hoy la pelota se ha declarado en huelga. Con la muerte de Varallo éste se ha llevado un pedazo de historia al cielo, la última que quedaba del fútbol más romántico. Aquel en el que la pelota era la única protagonista y en la que jugadores como Varalla pueden permitirse el lujo de despedirse como cantan Los tangos de Carlos Gardel:
Dos lágrimas sinceras derramo en mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó,
y al dar a mis amigos mi adiós postrero
les doy con toda mi alma, mi bendición.
Brian Clough, el genio inglés
Si hay un técnico que ha sentado cátedra en el Reino Unido no cabe duda de que ése es Brian Clough. Genio y figura dentro y fuera del terreno de juego, su estilo ha sido imitado por muchos grandes como José Mourinho. Sin embargo, Brian Clough sólo hubo uno.
El 26 de diciembre de 1962 una lesión en el ligamento cruzado puso fin a la prolífica carrera de Clough como delantero centro, en la que logró 197 goles en 213 partidos con el Middlesbrough y 54 tantos en 61 encuentros en el Sunderland. Sin embargo, donde muchos no hubieran visto más que una oportunidad para lamentarse de su mala suerte él vio una oportunidad: convertirse en entrenador.
Tras foguearse como técnico en las categorías inferiores del Sunderland, Brian tuvo su primera oportunidad como entrenador de un equipo profesional en el Hartlepools United. Más allá de los resultados cosechados en este equipo, comenzó a formar junto a Peter Taylor uno de los tándems más importantes de la historia del fútbol británico.
Tras esta aventura, ambos se marcharon al Derby County, donde permanecieron del 67 al 73. Cogieron a los Rams en Segunda y los convirtieron en campeones de Inglaterra en el 72. Sin embargo, a Clough le gustaba mover todo a su antojo y el presidente del Derby decidió despedirle en 1973, tras realizar la contratación más cara en la historia del club sin haber consultado al máximo mandatario de la entidad.
Junto con Peter Taylor se marchó al Brighton & Hove Albion, de la Tercera División, por donde pasó sin pena ni gloria durante una temporada, antes de aterrizar en el Leeds. En aquellos momentos, el conjunto de Elland Road era el mejor de Inglaterra tras haber ganado el título en el 74 y la F.A. Cup en el 72. Nada más entrar en el vestuario del Leeds fue muy claro con sus jugadores: “Hasta donde yo sé, podéis tirar todas esas medallas que habéis ganado estos años a la basura, ya que las ganasteis todas robando”.
Con la mayoría de la plantilla en su contra, el Leeds obtuvo unos resultados pésimos en el inicio del campeonato. Ello, y que su inseparable Peter Taylor no le acompañó en esta aventura, propició que 44 días después de su llegada el club le despidiera. “Hoy es un día espantoso… para el Leeds United”, señaló el técnico al conocer la noticia.
En el 75, ya con Peter Taylor a su lado, aceptó una propuesta del Nottingham Forest y logró que el equipo pasara de vagar por la Segunda División con muchos problemas a convertirlo en hasta dos ocasiones en campeón de Europa. De hecho, el Forest es el único equipo del Viejo Continente que tiene más copas de Europa que títulos de Liga en sus vitrinas. Antes de jugar la segunda final de la Copa de Europa, Peter Shilton, portero de aquel mítico equipo, recriminó a Clough las condiciones en las que se encontraban los campos de entrenamiento en los que preparaban el decisivo encuentro. Brian, ni corto ni perezoso, le dijo que le llevaría a un sitio perfecto y Shilton acabó en una glorieta con césped en el centro en medio de la carretera y con los coches pasando alrededor.
Y es que Cloguh tenía muy claro que el único que mandaba en el vestuario era él:»Si me discutiera un jugador nos sentaríamos juntos unos veinte minutos, hablaríamos del asunto y al final decidiríamos que yo tengo razón». Por este tipo de cosas Clough recibió el apodo de Old Big ‘Ead («viejo creído»), aunque él justificaba su mote: En ocasiones he sido un poco creído. “Creo que la mayoría de la gente lo es cuando pasan al primer plano. Me llamo a mi mismo Old Big ‘Ead sólo para recordarme no volver a serlo”.
Y es que si había una cosa clara es que su figura no dejaba indiferente a nadie. A ello, además de su excepcional trabajo como técnico, ayudaron ciertas frases célebres como: “Ya sé que Roma no se construyó en un día, pero es que yo no me encargué de ese trabajo” o “¿Qué si me considero el hijo de Dios en la tierra? No, ése es mi hijo”. A muchos, también, no les gustaba Clough porque continuamente criticó el juego directo a base de pelotazos que se desarrollaba en Inglaterra: “Si Dios hubiera querido que el fútbol se jugara en las nubes, no habría puesto hierba en el suelo”.
Brian dejó el Forest en el 93, después de que éste descendiera a Segunda y de que comenzaran a ser muy graves los problemas que tenía con el alcohol. Unas dolencias que provocaron su muerte en 2004 tras haberle realizado un transplante de hígado. Su funeral se celebró en el Pride Park Stadium, estadio del Derby County, debido a que la catedral de la ciudad se quedó pequeña para despedirle. Sin embargo, antes de morir dejó otras de sus múltiples perlas al referirse a Sir Alex Ferguson, uno de sus máximos detractores: «Por muchos caballos, títulos de caballero y campeonatos que tenga, el no tiene dos que yo sí que tengo. Y no me refiero a pelotas”. Se refería a que él había ganado dos copas de Europa y Ferguson entonces únicamente tenía una en su palmarés. Genio y Figura.
*Para todo aquel que esté interesado en Brian Clough recomendamos que vean el film “The damned united”, en el que se refleja su paso por el Derby y el Leeds.
Quilmes y la bruja Dora
Hace unas semanas, la lesión que tuvo a Cristiano Ronaldo alejado de los terrenos de juego durante un mes hizo saltar a la fama a “Pepe el Brujo”. El hechicero señaló que el luso había caído en el dique seco porque un cliente así se lo había solicitado. Muchos señalaron entonces que entre las declaraciones del brujo y la lesión de CR9 únicamente había mucha casualidad. Sin embargo, no es el primer caso en el que el mundo de la brujería se inmiscuye dentro del mundo del fútbol.
El caso más celebre lo protagonizó el Quilmes argentino. Descendido en el 92, el conjunto cervecero, apodo con el que es conocido en Argentina, tenía todo en su mano para regresar a la máxima categoría en el 94. Sin embargo, la directiva quería tenerlo todo bien atado y por ello se acercó a la localidad de Chascomús para contratar los servicios de Dora, una bruja muy bien considerada. El trato que hicieron los directivos era sencillo: que el Quilmas ganara y que su máximo rival en la lucha por el ascenso, el Gimnasia y Esgrima, perdiera.
Para llevar esta operación a cabo, Dora pidió 4000 pesos, la mitad de ellos se les debería de apagar por adelantado. Los directivos aceptaron, pues sabían que en caso de que no se cumpliese lo acordado podían ir a recuperar su dinero a casa de Dora. Una vez cerrado el acuerdo, Dora les despidió a sus clientes con un esperanzador: “tranquilos, este fin de semana Gimnasia perderá 3-0”. Llegó el sábado y las palabras de Dora se cumplieron: Gimnasia encajó en casa un contundente 0-3. Sin embargo, el partido que Quilmes tenía que jugar contra el Deportivo Morón se suspendió a mitad del encuentro cuando los cerveceros ganaban por 2-1.
Dora se acercó entonces al club a por su dinero y los directivos le dijeron que no le iban a pagar porque sólo se había cumplido un 50% de lo acordado. Y es que pese a que Gimnasia no había perdido, Quilmes no había ganado. Entonces, Dora salió de la sede de la entidad con un enfado de los que hacen época y prometiendo que se iban a acordar de lo que le había hecho. En Quilmes no le hicieron caso y al final lo acabaron pagando.
Para empezar, Quilmes acabó perdiendo por 3-2 el encuentro contra el Deportivo Morón una vez se volvió a reanudar el partido y acabó perdiendo el ascenso. En 2001, después de haber perdido tres finales seguidas por el ascenso desde el 1994 los directivos de Quilmes decidieron tomar cartas en el asunto y pagar a Dora lo que le debían para acabar con la maldición que les mantenía vagando por la Segunda División desde el 92.
Sin embargo, cuando los directivos se acercaron a Chascomús no pudieron saldar su deuda porque Dora había fallecido. Entonces, decidieron llevarle un ramo de rosas a su tumba. Pero con el tiempo se demostró que la tumba en la que depositaron las flores no era la de Dora y, por ello, continuó la maldición. Esta finalizó en 2002. Ocho meses antes, un hincha de Quilmes se acercó a la auténtica tumba de Dora y le depositó un ramo de flores. Allí el aficionado le prometió que si tenía una hija le iba a poner Dora de segundo nombre a cambio de que Quilmes ascendiera. Casualmente, ocho meses después, aquel fan tuvo una hija a la que puso de nombre Dora y Quilmes, que desde descendiera en el 92 había perdido cinco finales, ascendió tras imponerse en una disputada final a Argentinos Juniors (1-0 y 0-0).