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El reto de Casillas: acabar con el gafe del portero español en Portugal
La noticia del último fin de semana, y quizás del verano, no cabe duda que ha sido la marcha de Iker Casillas del Real Madrid y su posterior fichaje por el Oporto. El guardameta tiene ante sí un nuevo desafío y un reto: acabar con el gafe que persigue a los porteros españoles en Portugal.
Y es que en los últimos años no han sido pocos los guardametas que han ido a la liga lusa en busca del éxito que se les había negado en su país sin conseguir su objetivo. Uno de los primeros porteros españoles que decidió probar fortuna en el país vecino fue Miguel Mora.
El catalán, cansado de ser un simple actor secundario en Segunda División, decidió en el año 2001 fichar por el Uniao de Madeira. Sin embargo, en este equipo no dispuso de todos los minutos que él hubiera querido y, por ello, se marchó al Río Ave. En este equipo dispuso de un mayor protagonismo, aunque casi todas sus titularidades fueron cuando el conjunto estaba en Segunda, ya que cuando jugó en Primera solía estar en el banquillo. Por ello, no se puede decir que fracasó pero tampoco que tuviera un éxito rotundo en Portugal.
Otro de los guardametas españoles pioneros en jugar en el país vecino fue José Belmán, que recaló en el año 2001, como Mora, en Portugal tras haber jugado antes una campaña en el Gillingham FC. Un caso verdaderamente sorprendente, ya que si por aquella época era difícil ver a un español jugar en el extranjero, más complicado era aún que hubiera jugado en dos ligas foráneas. Belmán recaló en el Nacional de Madeira, en el que estuvo hasta el año 2008. Sin embargo, pese a pasarse tantas temporadas en el conjunto isleño, casi no jugó y el banquillo fue su sitio habitual. Pese a ello, dejó un buen recuero en el club, algo que le valió para ejercer en éste dos años de entrenador de porteros: de 2010 a 2012.
Otro ejemplo de portero español que tampoco vivió muchos días de gloria en Portugal fue Dani Mayo, que acudió en 2006 al Sporting de Braga en busca de los minutos que se le habían negado en el Deportivo de la Coruña. Sin embargo, en el país luso tampoco logró ser protagonista y, por ello, en 2008 acabó volviendo a España.
Aunque sin duda el caso con más reseñable de porteros españoles en Portugal fue el de Roberto. El guardameta fichó por el Benfica, probablemente el equipo luso con mayor exigencia, en un traspaso récord de los lisboetas, que pagaron casi nueve millones de euros al Atlético de Madrid por hacerse con sus servicios. Por ello, las expectativas estuvieron muy altas en su contratación. Sin embargo, algunos fallos en sus primeros partidos y que la prensa lusa fuera a degüello contra el meta por el costo de su fichaje, provocaron que su confianza se resintiera y que no rindiera en el Benfica como lo había hecho anteriormente en su cesión al Zaragoza. Por ello, acabó dejando el club luso el siguiente verano para volver al club maño precisamente.
Sin embargo, Iker Casillas no tiene que irse muy lejos para ver el caso de un portero español que no acabara de triunfar en Portugal, ya que en el propio Oporto tiene uno: Andrés Fernández. El portero navarro fichó por los dragones el pasado verano y la pasada campaña casi no dispuso de oportunidades para demostrar su valía. De hecho, no fue incluido en la lista para jugar la Liga de Campeones y desde Portugal se especula con que sus días en el país luso este verano van a tornar a su fin. ¿Acabará Iker con este peculiar gafe? Desde luego que no hay mejor portero para un reto así.
Oporto, una máquina de hacer dinero con los delanteros
El Atlético de Madrid está un paso de dar uno de los golpes del mercado de fichajes cerrando la contratación de Jackson Martínez. El agente del colombano ya ha dicho que va a recalar en el Vicente Calderón y sólo hace falta que los clubes hagan oficial el acuerdo, aunque se especula con un traspaso de 35 millones de euros. Una cifra que confirma al club luso como una máquina de hacer dinero con sus delanteros: compra barato y vende carísimo.
Jackson Martínez es un buen ejemplo de ello. Como toda estrella que vende el Oporto, el delantero llegó a Portugal siendo casi un auténtico desconocido. El colombiano llegó al conjunto del dragón en 2012 procedente del Jaguares mexicano, equipo en el que había hecho 36 goles en 68 partidos y que le traspasó por 8,8 millones de euros.
Jackson, curiosamente, llegó al club blanquiazul para sustituir a Radamel Falcao, colombiano que, como él, que había dejado Portugal para fichar por el Atlético. Los rojiblancos pagaron por el ‘Tigre’ 40 millones después de que el Oporto hubiera fichado a Radamel del River Plate por 5,5 millones.
Otro delantero del que el Oporto sacó mucha rentabilidad económica tras haberle sacado mucho provecho deportivo, fue Lisandro López. El argentino llegó a Do Dragao en 2005 después de que se hubieran desembolsado por él 2,3 millones. Cuatro años después fue vendido al Olimpique de Lyon por 22.
Otro buen ejemplo de compra a un desconocido y vende a una estrella fue Hulk. El Oporto rescató al brasileño del Tokyo Verdy japonés en 2008 por 22 millones de euros y lo vendió cuatro años más tarde por 60. Cuatro delanteros por los que el Oporto pagó 38,6 millones y por los que ha recaudado 157. Es decir, ha obtenido un beneficio de casi 120 millones de euros. Lo dicho, brillante ejemplo de gestión y una máquina de hacer dinero.
La pesadilla de Deco en Europa
La pasada semana una de las noticias más relevantes que nos dejó la actualidad fue que Deco anunció que colgaba las botas. El brasileño, nacionalizado portugués, se retira después de haber sido uno de los futbolistas más destacados en la primera década del siglo XXI, especialmente por sus actuaciones con el Oporto y el Barça. Sin embargo, los inicios del centrocampista en Europa no fueron nada sencillos.
Era el final de la década de los 90 y la andadura de Deco en el Viejo Continente comenzó con mal pie por la mala elección que hizo primero de sus representantes, tal y como se narra en el libro ‘Campeón Deco’: «En esa época llegó una oferta de la empresa Eurosport, que pareció maravillosa. En realidad acabó siendo un engaño, una auténtica pesadilla».
Y es que esta empresa le aseguró que daría el salto de Brasil para jugar en el histórico Benfica. Sin embargo, cuando Deco llegó a Portugal se dio cuenta de que su destino en aquel momento no iba a ser el de jugar con las ‘Águilas Encarnadas’. «Al llegar al aeropuerto de Portela, una nube de periodistas esperaban a los dos fichajes del Benfica. Nadie pareció preocuparse de Cajú y de mí. Por parte del Benfica estaban Sheu y Toni. Éste último se acercó y nos dijo: ‘Ustedes van con estos señores…’. Eran Manuel Ribeiro y Rio Mayor. Nos subieron a un viejo Renault 19 y nos marchamos hacia Alverca. No hacíamos más que ver placas de indicación de Alverca en vez de Lisboa. No me quise engañar, me di cuenta rápido de cuál era nuestro destino», se narra en ‘Deco Campeón’.
Esa cesión no fue la única sorpresa que se llevó Deco, puesto que cuando firmó por el Benfica también se dio cuenta de que le había marcado otro gol: «Nos reunimos con los dirigentes del Benfica en el imponente estadio de A Luz. Los contratos ya estaban preparados para la firma. Yo lo leí, pero desconocía los valores reales del Escudo portugués, creí que iba a recibir unos 5.000 dólares por mes, tal y como me había dicho Joao Feijó. Dos o tres días después fui al banco para abrir una cuenta y tuve una sorpresa desagradable. La cifra que reflejaba al contrato que había firmado era menos de la mitad de lo que me habían asegurado. Un fraude».
Afortunadamente para Deco, su talento le permitió salir adelante y poder vivir momentos mejores y algunos muy curiosos, como cuando en 2003 pidió a Pinto da Costa, presidente del Oporto dejar el club luso: «El FC Barcelona había presentado una oferta al Porto. Me consta que era muy, muy interesante. La entrevista con Pinto da Costa no fue todo lo bien que yo quería. Le dije claramente que quería irme:
-‘Presidente, me debe dejar ir al Barça’.
-‘No, Deco, este año no puede ser, la temporada próxima sí, será diferente’.
Llegó un momento en el que la conversación no progresaba, que estábamos encallados. Me enfadé y les solté al presidente Pinto da Costa y al dirigente Fernando Gomes, que estaba presente en la conversación, un auténtico sermón:
-‘¡Pero qué quieren, véndanme, con ese dinero fichen a un jugador más joven y mejor que yo. Encima hacen negocio y el Porto sigue siendo un gran equipo. ¿Qué creen, que con ese equipo van a lograr la Champions League?'».
Se equivocó Deco, pues aquella temporada ganaron la Liga de Campeones, torneo que ganó años después de nuevo con el Barcelona.
El ejemplo de Pinto da Costa: comprar bien, vender mejor
Vivimos en una época de crisis. Un tiempo en el que muchos tenemos que pagar los sueños de grandeza que tuvieron otros creyendo que era posible vivir por encima de sus posibilidades. El fútbol no ha sido ajeno a esto. Muchos equipos malviven hoy ahogados por las deudas porque hace bien poco decidieron gastar aquello que no tenían. Un ejemplo de todo lo contrario es Jorge Nuno Pinto da Costa, posiblemente el mejor ejemplo a seguir dirigiendo a un club.
Pinto da Costa accedió a la presidencia del Oporto en 1982. Entonces el club blanquiazul era un equipo que vivía de las ‘migajas’ que le dejaba el Benfica, el club por entonces más poderoso de Portugal y al que nadie se atrevía a hacer sombra. El lema que utilizó para los comicios fue el siguiente: «Si quieres un Oporto fuerte en Europa, vota Pinto da Costa».
No engañó a sus votantes, pues en 1987 el conjunto luso ganó por primera vez en su historia la Copa de Europa. Sin embargo, tras dicho éxito comenzó el presidente una tradición por la que muchos se tiraron de los pelos: vender a sus mejores jugadores. Así aquel año Paulo Futre, la gran estrella del equipo, dejó a los ‘Dragoes’ para fichar por el Atlético de Madrid en un traspaso valorado en 415 millones de pesetas, algo menos de tres millones de euros.
Comenzó entonces a convertirse en costumbre que el Oporto comprara jugadores semidesconocidos a precios muy bajos para que luego los vendiera a precios desorbitados. A partir del año 2000 es cuando se comenzó a ver mejor las plusvalías que se llevaba el club en los traspasos. En aquel año vendió a Mario Jardel por 16 millones de euros después de que hubiera llegado a la entidad en 1996 casi por la puerta de atrás después de que el gobierno británico no le concediera el permiso de trabajo cuando se disponía a fichar por el Glasgow Rangers escocés.
En 2004, después de que el equipo ganara de manera consecutiva UEFA y Liga de Campeones, vendió al Chelsea a Ricardo Carvalho y Paulo Ferreira, Pedro Mendes se marchó al Tottenham y Deco al Barcelona. En total, 74 millones de euros ingresó el Oporto en ventas. A ellos hay que añadir los 37 millones que se ganó meses más tarde por las ventas de Derlei, Seitaridis, Maniche y Costinha al Dinamo de Moscú.
Especialmente curiosos fueron los traspasos de Deco y Carvalho. Por el mediapunta el Barcelona pagó 20 millones y a Ricardo Quaresma. El extremo fue traspasado cuatro años más tarde por 27 al Inter de Milán. Carvalho, por su parte, se fue en 2004 al Chelsea previo pago de 30 millones de euros. Para sustituirle, se contrató a Pepe, un central del Marítimo que llegó a cambio de un millón de euros En verano de 2007 puso camino del Santiago Bernabéu después de que el Real Madrid abonara 30 millones de euros. Su recambio fue Bruno Alves, un canterano que entonces estaba cedido en el AEK de Atenas y por el que en 2010 el Zenit de Sant Petersburgo pagó 22 millones de euros.
Anderson fue fichado por cinco millones en 2005 para sustituir a Diego y en 2007 el Manchester United se lo llevó por 32. Bosingwa llego gratis en 2003 y en 2008 fue traspasado al Chelsea por 20 millones. Guarin, por el que el Oporto pago en 2008 al Saint Étienne un millón, recientemente fue traspasado por 12 al Inter tras estar previamente unos meses cedido. Radamel Falcao llegó a Europa después de que River Plate le dejara salir a cambio de 5,5 millones de euros y le vendieron al Atlético de Madrid por 47,5 en un pack en el que también estaba incluido Rubén Micael.
Hace unos años, al Oporto se le ocurrió fichar a un delantero brasileño llamado Hulk que andaba perdido por Japón. Hoy ese jugador que llegó casi de puntillas puede irse al Chelsea dejando 48 millones de euros en las arcas lusas. Y no sólo de jugadores ha conseguido sacar Pinto da Costa increíbles réditos. Todavía siguen siendo muy célebres los 15 millones de euros que pagó por André Villas-Boas el Chelsea el pasado verano.
Muchos pensarán: “Claro, pero si vende cada año a sus mejores jugadores es muy difícil que el equipo siga ganando”. 55 títulos en 30 años, varios de ellos europeos, creo que es un buen dato para que muchos salgan de dudas. Y es que Pinto da Costa en los tiempos que corren sigue dando lecciones que para no sufrir agobios en el fútbol más importante que comprar por comprar es saber vender. Y eso que en este post no se ha hablado de todos us traspasos…
El final de los pequeños que soñaron con ser grandes
El curso 2010/2011, al menos a nivel de clubes, ya ha terminado. Es por tanto el momento de hacer balances y conclusiones. Una de las que más llama la atención es que esta temporada ha acabado por enterrar de manera definitiva las ilusiones de equipos que años atrás hicieron realidad su sueño de hacer frente a los grandes. Deportivo de la Coruña, Mónaco y Sampdoria han sufrido un descenso a los infiernos que les hace mirar con nostalgia atrás pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Deportivo y Mónaco forman parte del club que se ha bautizado como el de “los malditos de 2004”. Y es que en aquel año, junto al Oporto, fueron los equipos de moda de Europa por sus gestas enla Liga de Campeones. El Deportivo cayó en semifinales de la competición tras protagonizar grandes proezas en el torneo como el remontar un 4-1 al Milan o eliminar a la Juventus. Sin embargo, los gallegos desde aquel año no han vuelto a levantar cabeza. En siguiente temporada cayeron en la primera fase dela Champions y en la Liga iniciaron un claro declive que les llevó de pelear la liga, incluso ganársela, a Real Madrid y Barça a pelear en tierra de nadie. Sin embargo, lo peor para los coruñeses aún estaba por llegar. Sin el dinero de antaño, el club intentó refundarse apostando por la cantera y fichajes de bajo coste. Algo que no hizo más que traer conformismo al equipo hasta tal punto que este año se han visto sorprendidos por un descenso que para nada se imaginaban.
El caso del Mónaco es bastante parecido al de los gallegos. En 2004 maravillaron a propios y extraños al ser subcampeones de la Champions tras haber eliminado a equipos como el Real Madrid o el Chelsea. Dirigidos por Didier Deschamps, los monegascos tenían un equipo muy potente conformado por jugadores como Giuly, Morientes, Rothen o Adebayor. Sin embargo, aquel verano los grandes de Europa “saquearon” la plantilla y el club no supo encontrar los sustitutos adecuados. El equipo se resintió y no volvió a saborear las mieles europeas. Tanto que el último partido de competición europeo que disputaron correspondió a los octavos de final de la Champions de 2005. En Francia los monegascos pasaron de disputar el título de la Ligue1 a ver como temporada tras temporada su posición en la tabla bajaba. Así hasta que este año se confirmó su descenso en la última jornada tras perder contra el Lyon de Claude Puel, precisamente el último técnico que hizo al Mónaco campeón de liga en el año 2000. El Principado ha asegurado el futuro del club pese al descenso, aunque tendrán que reducir drásticamente su presupuesto, que ronda los 45 millones de euros. En tanto, los aficionados esperan que su paso por la división de plata sea tan efímero como la última vez que estuvieron en ella, la temporada 1976/1977, en la que lograron el ascenso a la primera.
El caso de la Sampdoria es distinto al de Deportivo y Mónaco, ya que los genoveses no han sufrido un declive progresivo. Más bien todo lo contrario. La pasada campaña la Samp, liderada por Cassano y Pazzini, logró clasificarse para la previa de la Champions al finalizar la temporada en la cuarta plaza. Los tifossi soñaban con un proyecto a largo plazo en el que con varios refuerzos pudieran volver a recordar los tiempos en los que el club estaba presidido por el multimillonario Paolo Mantovani y en los que futbolistas de la talla de Vierchowod, Toninho Cerezo, Mikhailichenko, Katanec, Vialli, Mancini o Pagliuca vistieron la camiseta del club y llegaron a ser subcampeones de Europa en el 92. Sin embargo, el sueño se empezó a torcer desde el principio, cuando el club cayó eliminado de la Champions en agosto. Tras haber perdido 3-1 contra el Werder Bremen en Alemania, en la vuelta los italianos ganaban 3-0 de manera cómoda. Así fue hasta que los alemanes forzaron la prórroga con un gol en el descuento y obtuvieron el pase en el tiempo extra (3-2). Eso no fue más que un aviso del desastre que se les venía encima. En noviembre el presidente del club se enfadó con Cassano y decidió apartarlo del equipo. Circunstancia que aprovechó el Milan para contratar al talentoso trecuartista en el mercado de invierno. No fue la única baja que sufrió el equipo en navidades, puesto que Pazzini puso rumbo también a la ciudad lombarda al ser contratado por el Inter. Los sustitutos que llegaron, Maccarone, Biabiany y Mancheda, no estuvieron a la altura y ello unido a una desastrosa segunda vuelta mandó a la Samp a la Serie B. El día que se confirmó el descenso Pallombo, capitán del equipo, en un mar de lágrimas, pidió disculpas a la afición. No es fácil comenzar el año soñando con jugar con los grandes de la élite europea y despertarse de golpe en una pesadilla llamada Serie B de la que al menos tardarán un año en salir.
The Special Two
José Mourinho es uno de los técnicos más aclamados de la actualidad. Sus métodos le han llevado a la cima tras partir desde cero. Por ello, no son pocos los que intentan imitar al portugués. Por esta razón, resulta llamativo que el único que haya recibido el calificativo de “El nuevo Mou” quiera quitarse esta etiqueta. Se trata de Andre Villas-Boas, el actual entrenador del Oporto.
La verdad es que las comparaciones entre “The Special One” y Villas-Boas es imposible que no se hagan. Sobre todo teniendo en cuenta sus inicios, ya que ambos dieron sus primeros pasos en el fútbol de la mano de Sir Bobby Robson. La manera en la que Andre conoció al legendario técnico británico es, cuando menos, curiosa. El luso era nieto de Margaret Neville Kendall, una noble británica que le enseñó a hablar inglés y que vivía en el mismo edificio que Robson. Un día, Villas-Boas, ni cortó ni perezoso, le dejó a Bobby una nota en el correo en la que le explicaba como utilizar mejor a Domingos, actual técnico del Braga que entonces jugaba en el Oporto. El británico quedó impresionado y se citó en un café con André para conocerle en persona. A la cita el portugués llegó con una gran pila de hojas en la que tenía informes detallados de jugadores y equipos. Robson al verlo no se lo pensó, tenía que hacerle un contrato. De esta manera le contrató como ojeador, pese a que era menor de edad.
Allí fue donde Villas-Boas conoció a Mourinho. Sin embargo, no estuvieron mucho tiempo juntos, ya que, poco después de incorporarse al organigrama técnico, Mou hizo las maletas rumbo a Barcelona junto con Robson. Pese a ello, André tenía claro que quería seguir ligado al mundo del fútbol, se sacó el título de entrenador y prosiguió con sus estudios en Escocia, tal y como había hecho Mourinho anteriormente.
A los 22 años fue designado seleccionador de las Islas Vírgenes, con quien disputó varios partidos clasificatorios para el Mundial de 2002. Sin embargo, su aventura acabó tras perder por 0-9 contra las Islas Bermudas, tras lo que fue cesado. En más de una ocasión, André ha comentado que en las Islas Vírgenes sólo supieron su edad cuando se marchó. De vuelta a Portugal, el destino del joven se cruzó de nuevo con el de Mourinho, quien se acordó de él cuando se hizo con las riendas del Oporto. A partir de entonces, Villas-Boas siguió, como miembro de su cuerpo técnico, a Mou allá por donde fue éste: en Portugal con el Oporto, en Inglaterra con el Chelsea y en Italia con el Inter.
Así fue hasta que André decidió volar solo y aceptó en otoño de 2009 una oferta de la Académica de Coimbra. Cogió a un equipo hundido y logró salvarlo de manera cómoda. Tanto que la Académica acabó el curso en la zona templada de la tabla, en la 11ª posición. Su trabajo no pasó desapercibido. Por ello, el Sporting de Lisboa se interesó en él. Aunque fue el Oporto quien finalmente le encargó liderar su proyecto 2010-2011. Pese a que al principio había un poco de escepticismo, Villas-Boas logró disipar dudas en pocas semanas.
Villas-Boas se ha convertido en el técnico que más partidos ha logrado acabar invicto en su país. El Oporto destaca por su buen trato del balón. De hecho, hay quien opina que son un sucedáneo del Barça. Sin embargo, a André no le gustan las comparaciones: “El Barcelona tiene su estilo y nosotros el nuestro. No queremos imitar a ninguno. El Barça ha rayado la perfección. El fútbol portugués tiene una cultura de excelencia técnica. Nos basamos en la defensa o el contacto físico. Nuestro principio es la libertad para crear”.
Villas-Boas suele emplear un 4-3-3, aunque su sistema nos es para nada rígido, ya que puede variar a un 4-5-1, 4-3-1-2, 4-4-2 o 4-1-4-1. Le gusta jugar con un hombre delante de la defensa y que los futbolistas de ataque se intercambien de posición. Por ello, su juego es más dinámico que el de los equipos de Mourinho. Jorge Jesús, técnico del Benfica ha dicho que si no fuera por los penalties que le pitan a favor al Oporto estos últimos no les sacarían a los encarnados. “A ellos les divierte hablar de nuestros penaltís, por eso nosotros nos dejamos hacer alguno, para que se entretegan”, ha contestado André al más puro estilo Mou. Tiene su propio libro de estilo, pero no cabe duda que el entrenador del Real Madrid ha sido su referente. Por algo le han llamado The Special Two.