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Posts Tagged ‘Santiago Bernabéu’

Samitier, el primero que utilizó el puente aéreo (Barcelona-Madrid)

diciembre 5, 2011 Deja un comentario

Entramos en una semana distinta, diferente. Una semana en la que todo el mundo, al menos en España, parece más excitado de lo normal. Siete días en los que los tópicos van a inundar periódicos, informativos y tertulias hasta hartarnos. La culpa de ello la tiene, nuevamente, el fútbol. Y es que el próximo sábado todos pondrán, al menos, un ojo en el Santiago Bernabéu, donde se enfrentarán Real Madrid y Barcelona. Por ello, esta semana en La Medialuna vamos a repasar la historia de Josep Samitier, el primero que cambió el Barça por el equipo de la capital de España, tanto como jugador como de secretario técnico.

Samitier nació en 1902 en Barcelona, concretamente en el número 198 de la calle Comte d’Urgell, en la barriada Batlló. Un lugar en el que el Barcelona llegó a disponer de un campo en el que jugaba sus partidos. Por ello, desde pequeño Samitier tenía claro que su sueño era jugar en el Barça. De hecho, muchas veces se escapaba a ver entrenar al conjunto azulgrana y al que era su ídolo: Paulino Alcántara. Un día hablando con él éste le dijo “tú serás futbolista”.

El filipino no se equivocó con su profecía, pues con 16 años Josep firmó por el Barcelona haciendo así realidad su sueño. Su incorporación al conjunto azulgrana también le supuso a Samitier un cambio de estatus, pues pasó de compatibilizar el fútbol con un trabajo de lampista, ya que entonces no existía el profesionalismo, a ser empleado en una tienda de confección de sombreros. Además, el Barça  también le regaló un traje con chaleco y un reloj con esfera luminosa.

Samitier destacaba por la gran calidad técnica que poseía. De hecho, aquellos que le vieron jugar le bautizaron como “el mago” por la habilidad que tenía para que los rivales no vieran el balón cuando éste pasaba por sus botas. Precisamente por esto, el entrenador del Barcelona en aquella época, Jack Greenwell, lo ponía de centrocampista para que  los toscos y duros defensas rivales no le acribillaran a patadas y acabaran con su magia. Sin embargo, Samitier siempre tuvo alma de delantero, de estilete. Por ello, una vez se había retirado Paulino Alcántara, pidió jugar él en el área y los técnicos blaugranas accedieron a su petición.

No se equivocaron con su decisión, pues Samitier se convirtió en el mejor delantero de la época levantando la admiración de todos los que le veían jugar. Tanto fue así que hasta Carlos Gardel le dedicó un tango. El ariete vivía un romance con el gol que le llevó a marcar 326 goles con la camiseta del Barça. La cifra podía haber sido mucho mayor, pero en 1933 decidió que su etapa en el club de la Ciudad Condal había terminado tras mantener unas discrepancias con la directiva de la entidad por motivos económicos.

Ahí fue cuando apareció la figura de Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, dispuesto a pescar en río revuelto y dar un gran golpe a su eterno rival. Bernabéu ofreció al delantero un contrato por el que le iba a pagar 15.000 pesetas (90 euros) al año y Samitier puso rumbo a Chamartín. Sin embargo, la etapa blanca del antaño ídolo del Barça no resultó tan prolífica y pasó por la capital de España sin pena ni gloria.

Años más tarde, una vez que ya había colgado las botas, en 1944, Josep regresó al Barcelona, pero esta vez para desempeñar las funciones de entrenador. Una labor en la que tuvo un gran éxito, pues en 1945 logró que los azulgranas se proclamaran campeones de Liga, algo que no sucedía desde el lejano 1929.  En 1947 dejó el banquillo para ocupar el cargo de secretario técnico del club, una  función en la que volvió a dejar huella, pues fue el responsable del fichaje de Ladislao Kubala, uno de los más importantes de la historia del Barça.     

Sin embargo, en 1947 el Real Madrid, de nuevo de la mano de Santiago Bernabéu, se volvió a cruzar en su camino y dejó Barcelona por la capital de España para ejercer en el club blanco de secretario técnico. Aunque, nuevamente, su paso por Concha Espina no resultó muy prolífico y en 1962 regresó al Barcelona, donde permaneció como asesor técnico hasta su muerte.

Episodio III: La segunda oportunidad

abril 27, 2011 Deja un comentario

Messi es el \"puto amo\"

El fútbol no siempre es justo. Sin embargo, nadie le puede negar que suele dar en la mayoría de las ocasiones la oportunidad de resarcirte de una oportunidad perdida. Por ello, cuando el Barça perdió la final de Copa contra el Real Madrid estaba dolido, sí, pero un poquito menos que cualquier subcampeón. Sabían que tenían la oportunidad de vengarse de su eterno rival en la Liga de Campeones en apenas siete días. Y es que en el tercer encuentro del rally de clásicos no había en juego ningún título, pero sí algo más importante: el sueño de convertirse el 28 de mayo en campeón de Europa. 

Para lograrlo los dos equipos más fuertes del planeta pusieron sobre el terreno de juego la mejor constelación de estrellas: Messi, Cristiano Ronaldo, Xavi, Di María, Villa, Ozil y un largo etc. Sin embargo, mientras todos ellos se lamentaban porque ninguno conseguía encontrar la llave que les abriera las puertas de Wembley apareció un héroe inesperado. Alguien al que pocos esperaban, alguien al que pocos imaginaban: Afellay. Una magnífica cabalgada del holandés por la banda derecha ayudó a Messi a acercar al Barça al sueño de Londres. 

Antes de que irrumpiera el tulipán en el escenario, Stark había decidido que el show para Pepe se había terminado. Quizás fue algo riguroso el alemán, pero lo que no cabe duda es que entonces el partido cambió radicalmente. El Real Madrid había estado ensuciando su historia jugando atrás, demasiado retrasado, emulando a equipos que luchan por no caer goleados en lugar de por proclamarse reyes de Europa. Las eliminatorias tienen 180 minutos, no 90 como las finales, y eso a Mourinho se le escapó, pues cuando Pepe se marchó el Real cayó como un castillo de naipes. Se vieron impotentes, incapaces de cambiar su discurso. 

Esta vez no hubo épica, no hubo remontada histórica, quizás porque aquel equipo jugaba con el escudo del Real Madrid pero no con su espíritu. Por ello, a nadie sorprendió que en la conclusión Messi hiciera un 0-2 que coloca al Barça a un suspiro de Wembley, de la ansiada revancha, porque el fútbol siempre da una segunda oportunidad.

El otro rally de clásicos

abril 18, 2011 Deja un comentario

Edición del lunes 27 de marzo de 1916 - Página 1

El planeta fútbol ahora no habla de otra cosa: el maratón de clásicos entre Barcelona y Real Madrid que se nos viene encima. Sin embargo, ésta no es la primera vez que los dos equipos más grandes de España, y posiblemente del mundo, se ven las caras de manera multitudinaria en un breve espacio de tiempo. Ya ocurrió en 1916, cuando se enfrentaron en hasta cuatro ocasiones en 19 días. 

La Ligano se creó hasta 1929, por lo que a principios del siglo XX ver un enfrentamiento entre Barça y Real Madrid era realmente complicado, sólo posible en el Campeonato de España, lo que hoy conocemos comola Copadel Rey. En 1916 hubo suerte, ya que madrileños y catalanes se vieron las caras en las semifinales dela Copa.Losculés se habían clasificado para esta fase de la competición tras ganar todos los partidos del Campeonato de Cataluña en un equipo en el que destacaba el delantero Paulino Alcántara (33 goles en 24 partidos).

En la ida, jugada el 26 de marzo, el Barça se impuso por 2-1. Una de las curiosidades que hubo en torno a este partido es que el encuentro se jugó en el campo de la calle Muntaner, que pertenecía al Espanyol. Curiosamente, la vuelta se disputó en O´Donell, territorio que era propiedad del Atlético de Madrid. Aquel segundo encuentro de la serie se lo llevó el Real Madrid, que venció de manera por 4-1 en un partido que los culés lo comenzaron con nueve jugadores porque el tren que traía a la capital a Santi Massana y Viñals se retrasó.

Edición del lunes 03 de abril de 1916 - Página 1

Como entonces no se tenían en cuenta los goles marcados en las eliminatorias sino las victorias se tuvo que disputar un partido de desempate. El encuentro fue espectacular, ya que después de jugarse los 90 minutos reglamentarios y una  prórroga acabó con empate a seis, y eso que los blancos fallaron dos penalties, en el que Santiago Bernabéu fue el gran protagonista al marcar cuatro goles. 

Como entonces tampoco existía la tanda de penalties como técnica de desempate, se tuvo que jugar el 13 de abril un nuevo encuentro para dirimir cuál de los dos equipos sería el que llegaría a la gran final. El choque, nuevamente, resultó trepidante. Al final de los 90 minutos se llegó con empate a dos y en la prórroga el Real Madrid se impuso por 4-2.

Los barcelonistas se quejaron encarecidamente del último gol marcado por Sotero Aranguren. Algunas crónicas de la época dicen que fue en fuera de juego y otras que fue un gol olímpico, algo que estaba totalmente prohibido. Tanto que el capitán barcelonista Massana dio la orden a sus compañeros de abandonar el terreno de juego cuando faltaban doce minutos. En Cataluña se acusó al árbitro de la contienda, Berraondo, que años atrás había jugado en ambos equipos y que fue durante un tiempo directivo del conjunto merengue, de favorecer demasiado a los blancos. De hecho, en los cuatro partidos señaló cinco penaltis a  favor de los madrileños, de los que tres se fallaron. 

En Madrid, en tanto, se dijo que la actitud del Barça había sido totalmente antideportiva. Finalmente el Real Madrid perdió, precisamente enla CiudadCondal, la final contra el Athletic (4-0) y comenzó a fraguar una rivalidad con el Barcelona que se extiende, y se extenderá, asta el fin de los tiempos.

*Las dos imágenes que ilustran el artículo son correspondientes a El Mundo Deportivo tras los dos primeros partidos de la serie. Resulta curioso observar de que hablan de un partido de «Cataluña contra Castilla».

Dani Jarque, IN MEMORIAM

agosto 10, 2010 1 comentario

El tiempo pasa rápido. A veces quizás demasiado. Sin embargo, esa velocidad no siempre es capaz de cicatrizar ciertas heridas que hace el destino cuando uno menos se lo espera. El mundo del fútbol ha vivido varias de ellas, la última ocurrió hace apenas un año cuando el espanyolista Dani Jarque falleció. Estaba en el momento más dulce de su carrera: jugador ya contrastado en Primera y elegido capitán del equipo de sus amores. Han pasado doce meses de su fallecimiento pero aún se le recuerda. Es lo que tienen los grandes: no están entre nosotros, pero su espíritu y recuerdo van aumentando conforme va pasando el tiempo.

Aunque Daniel Jarque nació en Barcelona el 1 de enero de 1983, su lugar de residencia era Sant Boi de Llobregat, donde veía los partidos del Espanyol soñando con ser él algún día el que tuviera la ocasión de defender la camiseta blanquiazul. De hecho, empezó a “dar guerra con el balón” en el club de su barrio, el CF Ciudad Cooperativa pero a los 12 años ingresó en los equipos de base del RCD Espanyol a cambio de 35000 pesetas, unos 210 de euros.

Como jugador “periquito” comenzó jugando de mediocentro hasta que “Tintín” Márquez se dio cuenta que aquel chico larguirucho tenía unas condiciones que vendrían mejor para la defensa y de ahí ya no se movió. Su trabajo y esfuerzo tuvieron recompensa el 20 de octubre de 2002, cuando Ramón Moya le hizo debutar en un Espanyol-Recreativo (2-0) sustituyendo al trotamundos Cyrill Domoraund. Sin embargo, llegó sin hacer mucho ruido y al día siguiente fueron muy pocos los diarios que le dedicaron una simple reseña.

Edición del lunes 21 de octubre de 2002 - Página 18

Aunque no fue hasta la llegada de Miguel Ángel Lotina en 2004 cuando se consolidó en el primer equipo. Y es que Lotina apostó decididamente por él y decidió otorgarle los galones de una defensa que andaba huérfana de grandes guerreros como lo había sido antaño Mauricio Pochetino, por poner un ejemplo. Con Jarque en la defensa, el equipo vivió varios días de gloria como la Copa del Rey ganada en el Santiago Bernabéu en 2006 o la final de la UEFA de 2007 que acabaron por demostrar a la sufrida parroquia blanquiazul que la gloria también se podía conquistar sin estar en el viejo Sarriá.

Así el pasado verano, fruto del volcán que había en torno a Raúl Tamudo, fue elegido por sus compañeros como nuevo capitán del equipo. Sin embargo, el brazalete tenía una motivación más ese año, ya que esa campaña era la que el Espanyol se iba a mudar a su nuevo estadio Cornellá El Prat. Así Dani pasó a la historia como el primer capitán blanquiazul en Cornellá en un mágico encuentro en el que los pericos se convirtieron en halcones y derrotaron por un contundente 3-0 al todopoderoso Liverpool inglés.

 En la selección también tuvo su hueco, puesto que pasó por todas las categorías inferiores de la roja. De hecho, fue el capitán de la selección Sub-19 que ganó en 2002 el europeo de la categoría en un equipo en el que estaban otros jugadores importantes como Fernando Torres o José Antonio Reyes. Sin embargo, aquel verano en Noruega con quien cuajó una gran amistad fue con Andrés Iniesta. Una amistad que con el tiempo se fue haciendo mayor. Por ello, cuando Iniesta el pasado 11 de julio marcó en la final del Mundial he hizo campeona a España se quitó la camiseta para mostrar una camiseta que homenajeaba a Jarque.

El defensa siempre que apostaba a cara o cruz elegía cara. Era un fiel reflejo de su filosofía de creer en siempre en sus convicciones. Por ello, cuando Iniesta remató a gol contra Holanda lo hizo con la convicción que le había demostrado su compañero en 2002 cuando también fueron campeones y le demostró que no hay sueños imposibles. Jarque acompañó a Iniesta en aquel mágico momento al igual que todavía continúa entre todos los espanyolistas. Y es que un capitán nunca deja sólo a su equipo.

JARQUE DEP

Franco Gemma, la mano maldita del fútbol español

junio 11, 2010 2 comentarios

El nombre de Franco Gemma, probablemente, a más de uno no le dirá nada. Sin embargo, es alguien que está ligado a la historia de España en los mundiales, y a la más negra concretamente. Y es que a este italiano hay quien lo bautizó como “la mano maldita del fútbol español”, puesto que, pese a que no quepa duda de que España y mala suerte son sinónimos cuando se habla de mundiales, representa perfectamente al malfario que ha acompañado a la historia a lo largo de todos los tiempos en la máxima competición de selecciones. 

Nos situamos en 1954, España se jugaba su pase al Mundial de dicho año en una eliminatoria contra Turquía, que no era un equipo muy sólido. La euforia había invadido a la selección, ya que la Roja había completado su mejor actuación en un Mundial en 1950 -4º puesto- y se soñaba con hacer algo grande en Suiza 1954. Además, el equipo, además de contar una magnífica generación de jugadores, contaba con el apoyo pleno del Gobierno, que pensaba que los éxitos del fútbol era una manera de vender al mundo el franquismo como algo bueno. 

En la ida, disputada en el Santiago Bernabéu, todo fue sobre rueda: España goleó sin problemas a Turquía por 4-1. En la vuelta, sin embargo, los otomanos derrotaron a los españoles por 1-0 y ambos equipos tuvieron que disputar un partido de desempate, ya que en aquella época no existía el valor global obtenido en una eliminatoria, sino las victorias, y la fórmula de los penaltis tampoco se había inventado. 

Así las cosas el partido de desempate se decidió que se jugara en terreno neutral y el lugar elegido fue Roma, donde las ilusiones de España quedaron de manera definitiva. Uno de los jugadores que más destacaba en aquella selección era Ladislao Kubala, el futbolista del Barcelona era un prodigio y estaba considerado como uno de los mejores del mundo. Sin embargo, poco antes de que la Roja decidiera partir al campo a jugar el partido, los integrantes de la Federación Española recibieron la siguiente nota: “Attention equipe espagnole situation jouer Kubala” (Atención equipo español situación jugador Kubala). 

La FIFA lo que quería dar a entender era que Kubala estaba siendo investigado par ver si era lícito que jugara con España. Hay que recordar que Kubala era húngaro y la FIFA dictaminaba que para que un jugador pudiera defender los colores de un país en el que no había nacido debía de haber pasado un mínimo de tres años en dicho lugar. Kubala, en un principio, cumplía con dicha obligación, ya que había aterrizado en España en 1950. Aunque no todo era tan fácil ya que los papeles se los hizo en 1951. Ante la duda, y el temor de que una posible alineación de Kubala supusiera la descalificación de España, los miembros de la Federación decidieron que el delantero no jugara el choque decisivo.

El partido quedó, finalmente, 2-2 y, como estaba instaurado el método de los penaltis para desempatar, se decidió que en una bolsa se metieran dos papeletas y que fuera un niño con los ojos vendados el que escogiera la papeleta del que iba a dictaminar al ganador. Los turcos pusieron en la papeleta su nombre en italiano (Turchie), pensando que al estar en el país transalpino esto les daría suerte. España se limitó a poner una X. El encargado de sacar el papel de la bolsa fue Franco Gemma que, para gozo de los turcos y desencanto de los españoles, sacó la papeleta de Turquía.

 “Si es que de alguien que se llama Franco sólo se puede esperar cosas malas”, señalaron algunos de los opositores al régimen de Franco en tono de mofa. Para más inri, años más tarde los dirigentes de la FIFA aseguraron que ninguno de ellos había enviado ese mensaje y todavía no se ha descubierto quien escribió el telegrama y con qué motivo lo hizo, aunque muchas de las acusaciones apuntan al dirigente italiano Ottorino Barassi. Otra de las leyendas negras dice que el origen de ese telegrama fue debido a que la selección húngara, una de las más fuertes de la época, amenazó a la FIFA con no jugar la competición si Kubala defendía los colores de España. Ante lo cual el organismo tuvo que idearse un apaño para no dejar fuera a los magiares.

Edición del jueves 18 de marzo de 1954 - Página 1

Un Real Madrid ¿De Segunda?

agosto 25, 2009 9 comentarios

En la actualidad, hablar del Real Madrid es sinónimo de hacerlo de Glamour, gloria o éxito. Sin embargo, hubo un momento de la historia en el que todo pudo cambiar. Fue en el año 48, cuando el Real Madrid estuvo a un paso del abismo y comenzó a abrir los ojos para iniciar una época dorada.

Don Santiago Bernabéu, posiblemente, pasó su peor año como presidente del Real Madrid en la campaña 47/48. El máximo mandatario blanco había aterrizado en la Casa Blanca en 1943 y acaba de cumplir uno de sus sueños: construir uno de los mejores estadios de Europa, el Santiago Bernabéu, entonces conocido como Estadio Nuevo Chamartín.

 Santiago_Bernabeu_pone_primera_piedra

En él, Bernabéu esperaba que el Real Madrid recuperara la gloria que se le acaba de resistir por aquellos años en España, puesto que por aquel entonces apenas sumaba dos Ligas debido a que sus mayores éxitos habían llegado en la Copa. Sin embargo, el sueño de Don Santiago estuvo muy cerca de convertirse en pesadilla. La afición comenzó la campaña muy ilusionada y los merengues llegaron a tener 40000 socios, una cifra espectacular en aquellos años.

 don-santiago-bernabeu

En cambio, el equipo no acababa de carburar y deambulaba, jornada y jornada también en posiciones de descenso. Por ello,  Jacinto Quincoces, entrenador de los blancos, tuvo que ser relevado de su puesto tras haber obtenido cinco victorias, cuatro empates y ocho derrotas en 17 partidos. Le sustituyó el inglés Michael Alexander Keeping que llegó procedente del Fulham y durante su paso en España causó furor con su táctica WM.

keepingSin embargo, los comienzos del británico no fueron fáciles, ya que en su primer partido perdió contra el Nastic de Tarragona el 4 de enero de 1948. Partido a partido se fue viendo que el ‘efecto Keeping’ no era el revulsivo que necesitaba el equipo y la situación alcanzó tintes dramáticos cuando en la jornada 20, tras perder contra el Sporting en el Bernabéu, el Madrid pasó a ocupar el penúltimo lugar de la clasificación.

Las mofas contra el conjunto blanco se acrecentaron y especialmente célebre fue una esquela que apareció en un diario de la Ciudad Condal en 1948: “Descanse en paz el Real Madrid, con campo de Primera y equipo de Segunda”. Además, los capitalinos eran recibidos en los campos de España con cánticos de “a segunda, a segunda, a segunda”.

Tal fue el caso, que llegó la última jornada y el Real Madrid no tenía, ni mucho menos, asegurada la permanencia y tampoco daba buenas vibraciones para lograrla. El Madrid tenía sólo 19 puntos, estaba empatados a puntos con el Sabadell, sacaba un punto al a la Real Sociedad de San Sebastián y dos al Sporting de Gijón. Por lo que estaban obligados a ganar al Oviedo SÍ O SÍ. Sin embargo, los carbayones no eran el mejor rival ante el que jugarse la vida, pues tenían una gran delantera –conocida como la “Eléctrica”- con jugadores como Emilín, Herrerita y Lángara y había humillado a los capitalinos por 7-1 en la primera vuelta.

Por esto, el 2-0 final a favor del Real Madrid, y que sentenció a Real Sociedad y Sporting, despertó algunas dudas y más de uno aseguró que el Oviedo no plantó cara a los blancos debido a un sospechoso sobre en blanco que, supuestamente, había entregado Don Santiago a los asturianos. Otro actor clave en la permanencia madridista fue el Atlético de Madrid. Y es que los rojiblancos ayudaron a su eterno rival a permanecer en primera tras golear por 2-7 al Sporting. Sea como fuere, Bernabéu aprendió la lección y profetizó que, partir de entonces el Real Madrid sería espectacular y ganaría títulos.

Así, años más tarde, llegaron los ansiados títulos de Liga y muchas conquistas de la Copa de Europa. Los éxitos en esta última provocaron que el diario “The Times” les bautizara con el apodo de los vikingos por considerar que “el Real Madrid se pasea(ba) por Europa como antaño se paseaban los vikingos: arrasándolo todo a su paso”. Así pues, el destino –o los sobornos, que dirían las malas lenguas- concedió una segunda oportunidad al equipo blanco. Y todo ello porque un 11 de abril de 1948, Pruden, un delantero que pocos aficionados blancos recordarán, marcó dos goles al Oviedo que supusieron la salvación. Sin ellos, hoy, quizás no veríamos por Chamartín ni a Cristiano Ronaldo ni a demás cracks. Además, para más INRI, Prudén era un ex del Atlético de Madrid.

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