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Cuando la alegría precede a la tragedia

noviembre 28, 2011 1 comentario

El Torino es uno de esos equipos que puede que no tenga muchos títulos en sus vitrinas pero al que hay que tenerle un especial aprecio por las historias que ha protagonizado. Y es que si hay un equipo que merezca el apodo de “pupas” ése el Toro, el conjunto en el que todo puede pasar y uno de los pocos lugares en los que la alegría siempre precede a la tragedia. La historia de Attilio Romero  y Gigi Meroni da fe de ello.

Este último creció con un sueño: convertirse en futbolista y jugar en el Torino. Sin embargo, cuando le comentaba a la gente esto muchos se quedaban mudos cuando escuchaban el apellido del chico: Meroni. Y es que así también se apellidaba el piloto que estrelló por accidente un avión en 1949 con toda la plantilla del Torino a bordo, una de las mejores de su historia y que en lo que se bautizó como ”La tragedia de Superga” acabó con un equipo que parecía predestinado a marcar época.

Sin embargo, el futuro quiso hacer un guiño al Toro queriendo que el fútbol que un Meroni le había robado al club se lo devolviera otro Meroni, Gigi. Y es que aquel niño que jugaba de pequeño ilusionado con convertirse en futbolista y jugar en el Torino a los 19 años cumplió su sueño. Gigi, además, muy pronto se ganó a la hinchada con sus regates imposibles y goles en la que sus disparos parecieran haber sido diseñados con escuadra y cartabón.

De hecho, muchos le llegaron a comparar con algunos grandes como George Best o Garrincha. Además de su fútbol, otra de las cosas por las que se convirtió en el ojito derecho de la afición fue porque, como la gran mayoría de genios, era un excéntrico. En alguna ocasión le pudieron ver pasear por las calles de Turín con una gallina o le gustaba irritar a los más conservadores declarándose admirador de figuras como la de Fidel Castro. Aunque una de las locuras que más ríos de tinta hizo correr en los periódicos es que llegó a plantar a su novia en el altar. El padre de ella cuando se enteró de que vivía con Meroni sin estar casados ordenó que contrajeran nupcias de inmediato. Gigi entonces se vio con un marcaje al hombre más fuerte que los que le practicaban cada domingo en el terreno de juego y para volver a ser libre optó por hacer lo que mejor se le daba cuando tenía un balón en los pies: sorprender a todos. Por ello, dejó tirada a la que iba a ser su esposa.

Esta especie de cóctel molotov  entre lo que era su vida deportiva y privada le convirtió en un icono y hacía que fueran multitudes los que le esperaban a las puertas del estadio para obtener un autógrafo suyo. Uno de ellos era Atillio Romero, un hincha que había confesado  a sus más íntimos que admiraba tanto Meroni casi como a sus propios padres. Romero siempre que podía iba al Comunale a ver a Gigi y a su Torino; y una tarde más en la que acudió al campo al término del mismo cogió su coche para tomar el camino de regreso a casa. Hasta ahí todo normal, sin embargo, aquella tarde iba a ser diferente. Sin quererlo ni beberlo, Romero vio como una persona cruzaba por la calle sin mirar y se le echó encima. Atilio no tuvo tiempo para poder esquivarlo y lo atropelló.

El muchacho se quedó de piedra cuando vio que la persona atropellada era su gran ídolo: Gigi Meroni. «Se me echó encima, no sabía quién era hasta que al bajar del vehículo lo vi tendido en el suelo.  Enseguida llamé a mi padre, que era médico. Fuimos al hospital pero no se pudo hacer nada», relató el propio Moreno mucho tiempo después. Meroni falleció y con él se agrandó la leyenda trágica que rodea al Torino. Miles de aficionados acudieron a su funeral y Moreno sufrió una gran depresión de la que le costó mucho salir. Cuando lo hizo comenzó a trabajar en la FIAT sin pena ni gloria. Así fue hasta que el empresario, y amigo suyo,  Francesco Cimminelli compró el Torino y le ofreció la presidencia. Romero aceptó y bajo su mandato el club logró dos ascensos (01/02 y 04/05). Demostrando una vez más que sólo hay una cosa más inesperada y sorprendente que los regates que hacía Meroni: los giros que el destino siempre le ha guardado al Torino

La tragedia de Superga

mayo 4, 2010 3 comentarios

En la historia del fútbol siempre ha habido de todo. Desde equipos que marcaron época pero a los que el paso del tiempo enterró en el cajón del olvido hasta otros que siempre permanecerán en la memoria de los aficionados porque se han convertido en leyenda. Un claro ejemplo de esto último es el Grande Torino de los cuarenta, un mito que fue frenado por la “tragedia de Superga”.

Ferrucio Novo era un hombre que tenía una idea clara: hacer grande al Torino, una vez que el conjunto granota había ascendido a la Serie A en los años 30. Por ello, fichó para el club a Valentino Mazzola y Ezio Loik, ambos fichados al Venezia, que resultaron fundamentales para que los italianos se hicieran con el segundo Scudetto de su historia en la 42-43. Sin embargo, el inicio de la Segunda Guerra Mundial hizo que la progresión de los turineses se detuviera porque el campeonato italiano, al igual que todos los de Europa, se suspendió. 

Una vez finalizada la contienda, poco a poco, todo fue el volviendo a la normalidad y el fútbol no fue una excepción. El campeonato se reanudó y el Torino consiguió cosechando éxito tras éxito, al que le valió para que le pusieran el apodo de “Grande Torino”. Los granota eran el equipo más temido en Italia, puesto que, sumando el título que conquistaron antes de la guerra, sumaban cuatro Scudetti de manera consecutiva. De hecho, diez de los once titulares de la selección italiana formaban parte de la selección Azzurra.

Sin embargo, el destino tenía preparado un fatídico final para este equipo. Los italianos fueron invitados por el Benfica para jugar un amistoso en Lisboa en memoria de José Ferreira, que se retiraba. Cuando los transalpinos se disponían a hacer el viaje de regreso a casa, el 4 de mayo de 1949, 18 futbolistas de la plantilla fallecieron después de que el avión Fiat G212CP se estrellara contra la basílica de Superga. Años después, las autoridades italianas dictaminaron que las nubes bajas, la falta de ayuda desde la radio y un error de navegación como principales factores causantes del accidente. 

Uno de los que regateó en aquel momento a la muerte fue Ladislao Kubala. El delantero jugaba entonces en el Pro Patria italiano y se encontraba también en Lisboa. En principio, debía de haber regresado a Italia en el mismo avión que los fallecidos, pero su hijo enfermó y tuvo que prolongar su estancia en la capital lusa. 

La tragedia de Superga conmocionó a toda Italia y al resto del mundo. De hecho, nada más conocerse la noticia, el River Plate argentino se puso en contacto con dirigentes el Torino para disputar un amistoso con el objetivo de recaudar fondos para las familias de los fallecidos. Algo que ha provocado que, en alguna ocasión, la segunda equitación del Torino haya sido blanca con una franja que cruza de arriba abajo la camiseta como la de los bonaerenses en eterno agradecimiento a su gesto. 

En tanto, cuando sucedió el fatídico accidente quedaban cuatro jornadas por disputarse del campeonato y el Torino lideraba la tabla. Debido a su situación, los granota tuvieron que jugar con el equipo filial el resto de partidos. Genova, Palermo, Sampdoria y Fiorentina, adversarios suyos, decidieron solidarizarse con el club de Turín y también pusieron equipos repletos de juveniles cuando se vieron las caras con el Torino. El Toro no falló y ganó los cuatro partidos alzándose con el Scudetto.  

Sin embargo, tras la tragedia de Superga son muchos los que aún hoy piensan que el Torino no ha sido capaz de reponerse del accidente. Desde entonces, el club ha dejado de pelear codo a codo con los grandes, salvo alguna excepción, como el Scudetto del 76. Por ello, los aficionados del Toro se repiten que solo tienen un consuelo: mirar al cielo y ver que el Gran Torino aún vuela. Leer más…