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Cuando el Zaragoza pudo fichar a Radamel Falcao
Pese a que ahora no pase por su mejor momento, Radamel Falcao ha sido uno de los mejores delanteros de los últimos años. Buena prueba de ello es que en las últimas temporadas ha pasado por varios de los clubes más punteros de Europa: Atlético de Madrid, Chelsea, Manchester United y Oporto, entre otros. Entre esta nómina de equipos podía haber estado el Real Zaragoza, que estuvo muy cerca de firmar al colombiano en el verano de 2009.
En aquel año los maños habían ascendido a Primera División tras pasar un año en Segunda y peinaron el mercado en busca de delantero que pudiera ejercer el papel que había ejercido Diego Milito en La Romareda años atrás. Es decir, un jugador con mucha hambre por crecer en Europa.
En ese retrato robot encajó desde un primer momento Falcao. El Tigre había acabado contrato ese mismo verano con River Plate, con el que había firmado muy buenos números, y pensó que había llegado el momento de dar el salto a Europa.
En esas el Zaragoza tentó a Falcao, al que desde un primer momento le gustó la idea de enfundarse la camiseta del equipo blanquillo: «Conozco muchas cosas. Sé que va a jugar allí la próxima temporada mi amigo Juan Pablo Carrizo, un arquero bárbaro. Y sé que está allí Leo Ponzio, con el que coincidí dos años en River. Son mis amigos. Leo me ha contado muchas cosas del Zaragoza. Es un club que ha vuelto a Primera División y que siempre tuvo grandes jugadores. Sí, todo eso lo conozco. Y también que Zaragoza es una ciudad muy linda para vivir».
Lo malo para el equipo aragonés es que el Oporto, que domina el mercado sudamericano, también puso sus ojos sobre el delantero colombiano. El otro problema que le salió al Zaragoza fue que Falcao no quería irse gratis de River. El ariete acaba contrato con los millonarios, pero les estaba tan agradecido que no quería irse sin dejar nada a cambio.
Ese fue un punto que dejó sentenciadas las opciones de los maños, que no tenían sus arcas para muchas florituras. El Zaragoza se quedó en fuera de juego, ya que mientras los aragoneses buscaron un grupo inversor que sacase a Falcao de River y lo dejase un año en La Romareda, el Oporto sí que llegó a un acuerdo con los argentinos y el Tigre acabó en Portugal y no en España debido a que los dragones pagaron bien y pronto.
A día de hoy corre por Zaragoza la leyenda negra de que Marcelino, por aquel entonces técnico de los aragoneses, fue el que rechazó el fichaje de Falcao porque prefirió hacerse con los servicios de Uche. Sea como fuere, el colombiano inició una gran carrera en el Oporto que le catapultó en las siguientes temporadas como uno de los mejores delanteros del Viejo Continente.
Peace and love
Los campos de fútbol siempre han sido, y serán, lugares que puedan ser calificados de todo menos de previsibles. Allí puede suceder cualquier cosa. Pasando por el mayor de los sueños hasta la peor de las pesadillas. Incluso que la afición visitante se pare a aplaudir a la local cuando éstos se dedican a alentar ala Policíapara que les castigue duramente. Todo por un error de entendimiento lingüístico. Sucedió en La Romareda, cuando los hinchas del Chelsea creyeron oír de los fans del Zaragoza “peace and love” cuando en realidad querían decir “písalo”.
El origen de esta historia, sin embargo, se encuentra muy lejos de la capital maña. Concretamente en La Coruña. El seis de febrero de 1993 se enfrentan Deportivo y Sevilla en Riazor. En un lance del partido, Diego Armando Maradona, jugador entonces de los hispalenses, golpeó accidentalmente al deportivista Alberto Albístegui rompiéndole la nariz y causándole una hemorragia. El partido se detuvo para que las asistencias médicas de ambos equipos pudieran atender a sus respectivos jugadores. Sin embargo, el único que requiere la misma es Albístegui. Por ello, el médico del Sevilla, que llegó a la zona de los hechos antes que su homólogo del Depor, asistió al futbolista blanquiazul en un noble gesto.
Hasta aquí todo más o menos normal. Sin embargo, las cámaras del programa “El Día Después” de Canal + captaron que, mientras todo esto sucedía, Carlos Bilardo, técnico del Sevilla, se exaltaba al ver como su médico se dedicaba a ayudar al rival, a Albístegui. No daba crédito. “¡Ah, en vez de agarrar a Diego agarra al otro!”, “¡Domingo, los de colorado son nuestros!” –en referencia a la equipación roja que lucía aquel día el Sevilla-, “¡Me quiero morir, al enemigo ni agua!”, “¡Cómo vas a atender al otro, qué carajo me importa el otro, pisalo, pisalo!”. Bilardo hizo un hincapié especial en esto último y volvió a gritar delante de la cámara: “¡Pisalo, pisalo, pisalo!”.
Las imágenes tuvieron una gran repercusión, tanto que la hinchada del Sevilla adoptó el “¡Pisalo, pisalo, pisalo!” como uno más de sus gritos de guerra. El cántico se hizo tan popular que se extendió al resto de campos de España. Así hoy aún se puede escuchar a más de una afición cantando “¡Pisalo, pisalo, pisalo!” cuando hay un jugador rival tendido sobre el terreno de juego retorcido por el dolor.
Una vez sabido esto, volvemos al punto de partida de este relato: La Romareda. Allí el seis de abril de 1995 el Real Zaragoza y el Chelsea disputaban la ida de las semifinales dela Recopa. Con un claro 3-0 en el marcador para los locales, los hinchas del conjunto inglés comenzaron a mostrar su desencanto con el resultado provocando disturbios en la tribuna. La Policía no se andó con miramientos y comenzó a reprimir esos actos con dureza.
Entonces los hinchas del Zaragoza comenzaron a cantar el famoso “¡Pisalo, pisalo, pisalo!” como forma de alentar a los policías para que ejecutaran el mayor de los castigos contra los aficionados del Chelsea. Sin embargo, esto no enfadó a los londinenses. Todo lo contrario, comenzaron a aplaudir a la hinchada del Zaragoza. Pensaron que estaban cantando “peace and love” (“paz y amor”) y lo consideraron como un gesto muy deportivo.
No fueron los únicos que pensaron así. De hecho, varios periodistas ingleses desplazas aLa Romaredatambién entendieron así los hechos y al día siguiente alabaron en sus crónicas a la afición del Zaragoza: “Ayer en el estadio español dela Romareda, ocurrió una de las historias más bellas jamás vistas en el mundo del fútbol. Cuando los hooligans del Chelsea se estaban enfrentando con la policía española, los hinchas zaragocistas frenaron la pelea al grito de paz y amor (…)”. Nada más lejos de la realidad…